Este artículo se publicó hace 16 años.
Carmelo Gómez quiere hacer el gamberro
El veterano actor protagoniza, junto a Hugo Silva, el ácido thriller Agallas
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¿Recuerdan a Ángel, aquel hombre de personalidad desdoblada que protagonizaba Tierra, de Julio Medem, o quizás a Teodoro, el indeciso secretario de El perro del hortelano, de Pilar Miró? Pues para el leonés Carmelo Gómez (Sahagún, 1962), esos personajes con "tanto conflicto interno" se acabaron por un tiempo. "Ya está bien de tanto introvertido. Quiero conflictos externos, que me lleven a hacer cosas, a subir y a bajar, a tirarme por un terraplén". Le apetece divertirse, "hacer el gamberro", confesó ayer en Madrid.
Si, como reconoce, ahora empieza a tirarle el cine de acción, con el personaje de Regueiras en Agallas no ha andado desencaminado. En el debut cinematográfico de Samuel Martín y Andrés Luque, que llega a las salas mañana, Gómez interpreta a un empresario gallego que se ha hecho de oro más con el narcotráfico que distribuyendo mariscos. Mafia de sepia y gambas, la llama Gómez.
Sin maticesRegueiras es un malo malo, sin matices, casi caricaturesco, al que se le une un joven buscavidas (Hugo Silva) con los mismos pocos escrúpulos y parecida ambición. Juntos se enrolarán en unas cuantas traiciones y trapiches no exentos de la mítica retranca gallega.
Sobre Hugo Silva (Los hombres de Paco; Mentiras y gordas), Gómez comenta: "Hugo y yo tenemos maneras diferentes de trabajar. Yo he mamado de Medem, que es la pausa, la mirada, el tiempo, el espacio. De Uribe, que es la reflexión, el compromiso social. Él viene de la televisión, construye los personajes desde fuera, con otro ritmo", reconoció sin disimular del todo la poca conexión profesional que tuvo con el joven actor.
"No me inspiré en nadie, aunque tenía una foto de De Juana en el guión"
El (fallido) tono paródico de Agallas no le resta cierta verdad: "Ya sabes que todo parecido con la realidad es pura coincidencia", confesó Gómez al preguntarle por sus fuentes de inspiración. "Sin embargo, la realidad no está desvirtuada. De repente, estalla el caso Gürtel y la estética excesiva de estos hombres y ese tono de reírse del mundo, de perdonar la vida a los demás coincide con la de mi personaje", admite y añade: "No me inspiré en nadie en particular, aunque tenía una foto de Iñaki de Juana Chaos en la portada de mi guión". De la mirada del terrorista, extraía el odio que su personaje le pedía.
Quizás ahora, que aspira a jugar con los géneros, piense, además de hacer de malo, en pasarse a la comedia, un género que sólo ha tocado una vez, acompañado de Salma Hayek, en La gran vida. "No funcionó", recuerda. "No soy bueno en la comedia de situación, no soy nada payaso en la vida y no tengo esa frescura", replica. ¿Cuestión entonces de forma ser? "He sido siempre un poco meapilas, muy analista y comprometido socialmente". Quizás no por mucho tiempo, ahora que parece que quiere dejar de ser "ese tipo serio".
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