Este artículo se publicó hace 15 años.
El cártel de La Familia quiere pactar en México
El Gobierno responde que "no negociará jamás" con criminales
La guerra entre las Fuerzas de Seguridad mexicanas y los cárteles del narcotráfico "nunca se va acabar", sentenció ayer un presunto capo del cártel de La Familia en un programa televisivo. Acto seguido, tendió la mano al Gobierno de Felipe Calderón. "Queremos llegar a un pacto nacional", dijo en una intervención telefónica en directo, tras presentarse como Servando Gómez Martínez, La Tuta, uno de los máximos líderes de la citada organización criminal.
La oferta de diálogo llega en medio de una dura ofensiva policial en el centro de operaciones de La Familia, el estado de Michoacán, donde se vive una ola de violencia sin precedentes desde el arresto de uno de los capos del cártel, Arnoldo Rueda Medina, La Minsa, hace una semana.
El Gobierno ordenó el envío de 1.500 policías de refuerzo a Michoacán y se mostró inflexible. "El Gobierno no dialoga, ni pacta, ni negociará jamás con organización delictiva alguna", respondió el ministro de Gobernación, Fernando Gómez Mont. El ministro dijo que la violencia en el país terminará cuando el crimen organizado se someta a la autoridad.
El llamamiento televisivo del hombre autoidentificado como La Tuta alcanzó en algunos momentos tintes de reality show criminal. "Queremos que el señor presidente de la República, Felipe Calderón, sepa que no somos sus enemigos. Nosotros le estimamos, somos conscientes de que nuestro trabajo está mal visto por la sociedad", dijo durante la conversación telefónica. En un momento de ésta, admitió que cobran por proteger negocios y justificó que a los que matan "es porque no pagan".
La Familia es una compleja organización que combina componentes religiosos con actividades como el contrabando, secuestros y narcotráfico. Según Edgardo Buscaglia, asesor sobre delincuencia organizada de Naciones Unidas, entre 4.500 y 5.000 personas forman parte del cártel, que ha cuadruplicado su tamaño en los últimos cinco años.
El Gobierno asegura que La Familia está liderada por Jesús Méndez Vargas, alias El Chango, y Nazario El Chayo Moreno González. Ofrece por cada uno de ellos una recompensa de 30 millones de pesos (1,5 millones de euros).
La Minsa, el dirigente arrestado hace una semana, era el responsable de la logística y de los contactos internacionales de la organización, dice la Policía mexicana.
Los integrantes de la organización han llevado a cabo más de una decena de intentos fallidos de rescatar a La Minsa, en los que han muerto 16 policías y 24 han resultado heridos. Casi todos ellos fueron ejecutados en una emboscada y después abandonados con un mensaje de advertencia: "Que vengan otros, les estamos esperando".
Infiltrados en la políticaLa Familia se ha apoderado en los últimos años de la práctica totalidad del estado de Michoacán, infiltrándose en los círculos políticos y empresariales y volviéndose así más difícil de desmantelar.
En una operación sin precedentes, el Ejército detuvo a finales de mayo a 30 funcionarios de alto nivel de Michoacán, incluyendo a diez alcaldes, por ser parte de la organización criminal. Entre los detenidos se encontraba la asesora del gobernador y el director del Instituto Estatal de Formación Policial.
El último escándalo de la narcopolítica ha salpicado al hermano del gobernador de Michoacán y diputado del Partido de la Revolución Democrática, Julio César Godoy Toscano. El diputado se encuentra en paradero desconocido desde que hace unos días se hizo público que colaboraba con La Tuta, una acusación que éste ha desmentido en su llamada telefónica.
La Policía considera que los cárteles de la droga han logrado infiltrarse en el 70% de los ayuntamientos mexicanos. Y las luchas que mantienen entre ellos por el control del territorio han desatado una espiral de violencia que parece no tener fin.
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