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El caso Williamson socava la autoridad de Benedicto XVI

El perdón a los seguidores de Lefebvre divide al Vaticano

JESÚS BASTANTE

'Las declaraciones de Williamson son absolutamente inaceptables, y nos cogieron por sorpresa', admitió la semana pasada, durante un encuentro con periodistas españoles, el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi.

Reconoció en Madrid 'problemas de comunicación' del Vaticano a la hora de explicar qué significaba el levantamiento de la excomunión a los obispos seguidores del cismático obispo Lefebvre, que niegan el Concilio Vaticano II y la extensión del Holocausto.

La polémica vivió ayer un nuevo episodio después de que el líder de la Fraternidad San Pío X, Bernard Fellay, apuntara que los ultratradicionalistas no están preparados para aceptar el citado Concilio, condición indispensable para su vuelta a la comunión con el Vaticano.

Lo cierto es que desde que se conoció la noticia, los lefebvrianos, lejos de asumir la decisión del Papa, parecen empeñados en que sea Roma la que se rinda a sus presiones. Las declaraciones de sus líderes han provocado que comience a cuestionarse la autoridad de Benedicto XVI, incluso en el interior de la Curia. 'Queremos que sea Roma la que vuelva de donde no debió salir', declaraba, hace pocas fechas, otro importante responsable de la Fraternidad.

'El deseo del Papa -declaraba a Público el padre Lombardi- no era otro que hacer todo lo posible por superar la ruptura, aunque ello supusiera asumir riesgos'. Entre ellos, que se viesen, por primera vez en el Pontificado de Ratzinger, discrepancias públicas.

Como escribió en La Reppublica el prestigioso vaticanista Marco Politi, el prefecto de la Congregación de Obispos, Giovanni Battista Re, acusaba veladamente al cardenal Darío Castrillón de haber ocultado al Papa los puntos de vista de Williamson, cediendo todo el protagonismo de las conversaciones a Bernard Fellay. Y esto ocurría cuando Castrillón aún era responsable de la Comisión Ecclesia Dei creada en 1988 para solucionar el cisma lefebvriano.

Las últimas declaraciones de Fellay dejan sin defensa posible la estrategia vaticana. No hay 'lefebvrianos buenos y malos', como hasta ahora sostenía la Santa Sede.

De lo que ya no cabe duda es de que los lefebvrianos han lanzado un pulso en toda regla al Vaticano. Desde la Santa Sede, por el momento, sólo se ha reaccionado exigiendo a Williamson disculpas públicas por sus declaraciones negando el Holocausto.

El obispo, que acaba de ser expulsado de Argentina, pidió el pasado jueves perdón: 'A todas las almas que quedaron honestamente escandalizadas por lo que dije'. Unas tibias disculpas que no son idóneas para Roma. Así, el propio Lombardi las calificó de 'insuficientes', y exigió a Williamson que se distancie 'de forma inequívoca y pública de sus posiciones sobre la Shoah'.

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