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Castilla-La Mancha, una región maravillosa
Por su sereno entorno rural, su naturaleza, su patrimonio cultural, sus manjares muy de la tierra y sus vinos que nunca defraudan, por sus celebraciones únicas y por los molinos de Don Quijote. Por todo ello y mucho más Castilla-La Mancha es una región que maravilla.
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Castilla-La Mancha es una región maravillosa y se refleja en su naturaleza en estado puro, en un patrimonio cultural que lleva a viajar en el tiempo, en enclaves de ensueño, en una gastronomía y unos vinos envidiables y en una belleza y una serenidad que conducen a descubrir tu mundo interior. Así es Castilla-La Mancha y así son sus maravillas, que también toman forma cada año en las tradicionales celebraciones de Semana Santa en cada una de sus cinco provincias.
La región permite conectar con la naturaleza porque está repleta de parajes naturales únicos, bosques llenos de fauna, montañas, ríos y lagos, verdaderos paraísos que además están salpicados de historia y patrimonio cultural.
Naturaleza interior
Quienes no conozcan Cabañeros y las Tablas de Daimiel no saben lo que se pierden. Son los dos símbolos naturales distintivos de la región, y de España, por su belleza y lo que albergan, dos excepcionales refugios naturales donde contemplar las especies más emblemáticas de la flora y la fauna ibérica.
Las mágicas Lagunas de Ruidera, las escarpadas Hoces del Cabriel, la norteña Sierra de Ayllón, la desconocida Sierra Norte de Guadalajara con su espectacular Hayedo de Tejera Negra, el cañón del Júcar, el nacimiento del río Mundo... Las propuestas son ilimitadas y hacen posible conocer parajes increíbles, practicar actividades como el senderismo y caminar por las montañas, observar y aprender sobre la fauna y la flora y, además, descubrir tu mundo interior.
La huella del tiempo
El patrimonio cultural es otro de los atractivos de una región en la que se viaja en el tiempo gracias a una red de parques y yacimientos arqueológicos visitables. El esplendor de la antigua Roma pervive en tierras castellano-manchegas en lugares como Segóbriga, con su teatro y anfiteatro; o en la ciudad romana de Noheda, que alberga los mosaicos figurativos más espectaculares del Imperio Romano. No se queda atrás el Parque Arqueológico de Tolmo de Minateda, en Hellín, el conjunto arqueológico más importante de Albacete, donde también encontramos la monumental ciudad iberorromana de Libisosa, en la localidad de Lezuza.
Toledo, la Ciudad Imperial de Carlos I, declarada Patrimonio de la Humanidad; Cuenca, también Ciudad Patrimonio, con su urbe medieval fortificada... Atraen desde el primer momento, al igual que los castillos que describía Miguel de Cervantes en El Quijote, castillos que se reparten por las cinco provincias, como los excepcionales de Belmonte, Oropesa, Sigüenza o Consuegra.
Molinos y plazas
Los molinos de viento son uno de los símbolos de la región castellano-manchega. Suman más de 50 esos molinos que tanto nos evocan el episodio del Quijote contra los malvados gigantes que solo estaban en su cabeza. Muchos son visitables y pueden verse desde Campo de Criptana, Alcázar de San Juan, Consuegra, Herencia, Madridejos, Tembleque, Belmonte, Mota del Cuervo…
Como las plazas, desde siempre corazón neurálgico de pueblos y ciudades y algunas tan singulares como la plaza barroca de Ocaña, que es la tercera plaza más grande de España; la de Tembleque, las renacentistas de Sigüenza, Alcaraz o de San Clemente; la plaza triangular de Atienza, la típica plaza castellana de Puebla de Montalbán o la neoclásica de Villanueva de los Infantes.
A buena mesa
Gastronomía y vino, una cocina deliciosa que rezuma tradición y marida con los excepcionales caldos que se producen en la región, el mayor viñedo del mundo, premiados en docenas de países. Migas, duelos y quebrantos, calderetas de cordero manchego, gazpachos manchegos, guisos de cabrito, de setas, morteruelo... Recetas de la abuela que son protagonistas en las de las cartas de los restaurantes tradicionales de la región, que igualmente destaca por sus establecimientos con estrellas Michelín: Maralba, en Almansa; Retama, en Torrenueva; Trivio, en Cuenca; El Coto de Quevedo, en Torre de Juan Abad; Raíces, en Talavera de la Reina ; El Bohío, en Illescas; Iván Cerdeño, en Toledo; El Doncel, en Sigüenza, y El Molino de Alcuneza, también en Sigüenza.
El vino es otra de las maravillas más premiadas de Castilla-La Mancha. El recorrido por la Ruta del Vino de La Mancha rodea Alcázar de San Juan, Tomelloso, Campo de Criptana, El Toboso, Villarrobledo y Socuéllamos, donde se encuentra el Museo Torre del Vino. A pocos kilómetros está la Ruta del Vino de Valdepeñas, sede del primer Museo del Vino de Castilla-La Mancha y un lugar ideal para disfrutar de caldos blancos, rosados, tintos y espumosos de la Denominación de Origen que lleva su nombre. Las aguas de los ríos Júcar y Cabriel confluyen y dan tregua al crecimiento y desarrollo de la Ruta del Vino de la Manchuela. Por último tenemos las rutas del Vino de Méntrida y Jumilla, donde disfrutar de una oferta gastronómica, de ocio y descanso.
Pasión por la tierra
No pueden faltar esta vez las tradicionales celebraciones de Semana Santa, ausentes debido a la pandemia. En Albacete, la Semana Santa de Hellín es Fiesta de Interés Turístico Internacional por su popular tamborrada, y también en Tobarra o Agramón retumban los tambores. Fiesta de Interés Turístico Internacional es igualmente la Semana Santa de Albacete, con su apagado de Jueves Santo; y populares las de Montearagón, El Bonillo o La Roda.
En Ciudad Real, la Ruta de la Pasión Calatrava trasciende de lo religioso, pues es un itinerario de cinco días de duración por actividades desarrolladas en el Campo de Calatrava desde el Miércoles Santo hasta el Domingo de Resurrección. Recorre Aldea del Rey, Almagro, Bolaños, Granátula, Miguelturra, Pozuelo, Torralba, Valenzuela, Moral y Calzada de Calatrava. Y qué decir de Cuenca, con sus procesiones, las de Toledo y Guadalajara o la Pasión Viviente de Tarancón.
Castilla-La Mancha ofrece una variada oferta también en celebraciones de Semana Santa, que se suman a su naturaleza, su sereno entorno rural y un patrimonio histórico que no deja indiferente; a los molinos de Don Quijote, a los manjares muy de la tierra y unos vinos que no defraudan. Por eso Castilla-La Mancha es una región maravillosa.
L. M. G.