Este artículo se publicó hace 12 años.
De cata en cata en el Somontano
Una ruta enoturística por las bodegas de esta comarca oscense y que de paso descubre los otros encantos de esta tierra de vino con mucho arte y naturaleza.
Su nombre no suena tanto como los de Rioja o Ribera del Duero, pero los vinos de Somontano no tienen nada que envidiarles. Así que para comprobarlo en primera persona hay que viajar al centro de la provincia de Huesca y apuntarse a algunas de las propuestas que brindan las 34 bodegas diseminadas por la comarca prepirenaica pertenecientes a la denominación de origen, desde catas y visitas a recorridos por los viñedos, talleres o menús de maridaje.
El mejor lugar para comenzar la ruta enológica por el Somontano es el Complejo de San Julián y Santa Lucía de Barbastro, donde se ubica el Centro de Interpretación del Somontano y el Espacio del Vino, el mejor lugar para hacerse una idea de la historia y señas de identidad de esta denominación de origen.
Después hay que elegir entre el amplio catálogo de bodegas. Un buen punto de partida es Lalanne, una bodega familiar con más de un siglo de historia, que sigue utilizando los métodos tradicionales y artesanales heredados de sus antepasados en Burdeos. Pero podría ser también la pequeña Blecua, el ‘capricho' de Viñas del Vero. O Enate, cuya conjunción de vino y arte da testimonio su sala de etiquetas, donde se exponen las obras que artistas de la talla de Tápies, Saura o Chillida han realizado para sus botellas. O también Irius, la más vanguardista del Somontano, que deja bien claro que la técnica también está al servicio de los grandes vinos. Pero para disfrutar realmente del Somontano hay que tomar nota de las numerosas actividades que proponen no solo las bodegas, también el centenar de establecimientos acogidos a la Ruta del Vino, desde restaurantes o bares a alojamienos, empresas de deporte de aventura, agencias de viaje o museos. Sugerentes para este invierno suenan los cursos de cata que organiza la agencia Enodestino www.enodestino.com o la velada romántica que propone el hotel San Ramón del Somontano, de Barbastro, pero hay muchas más.
Los barrancos esculpidos en Guara durante millones de años son un auténtico paraíso para los amantes del barranquismoMás allá del enoturismo, esta comarca oscense también posee otros muchos encantos para disfrutar un fin de semana cualquiera, la Catedral de la Asunción y el Museo Diocesano de Barbastro son dos imprescindibles de esos que merecen la pena de verdad. Como lo es, sobre todo, Alquézar, la villa medieval más monumental y mejor conservada de la sierra de Guara.
La vista desde el mirador de la carretera da acceso da pistas del encanto de su conjunto, encañonado por el río Vero y con la Colegiata de Santa María la Mayor, su monumento más señero, despuntando en lo alto. Pero una vez en ella, es una delicia pasear tranquilamente por sus calles estrechas con arcadas y admirar con detenimiento el fruto que ha dado el empeño de su joven alcalde por devolver a la vida a este pueblo que hoy merece ser lo que es: el gran centro turístico de la sierra. Porque Guara además guarda otro secreto, el de sus barrancos esculpidos durante millones de años que son un auténtico paraíso para los amantes del barranquismo y de muchos otros deportes de aventura.
Como la experiencia habrá merecido la pena, habrá que regresar otro fin de semana, por ejemplo, en verano, y disfrutar del Festival del Vino de Somontano, una atractiva propuesta para vivir cuatro mágicas noches de agosto de vinos, tapas y buena música.
DATOS PRÁCTICOS
Cómo llegar
Huesca está conectada con Madrid y Zaragoza por Ave en apenas dos horas. Desde la capital oscense lo mejor es alquilar un coche. En verano, sin duda, hay que optar por el Autobús del Vino.
Dónde dormir
En Barbastro, en el céntrico San Ramón del Somontano, un emblemático edificio modernista restaurado que incluye spa. En Alquézar, en Alodia, un alojamiento rural lleno de encanto de reciente apertura, o en el Hotel Maribel, con nueve habitaciones muy acogedoras.
Dónde comer
En la Bodega del Vero de Barbastro, una tienda de ultramarinos que esconde en su planta baja un encantador restaurante para degustar las mejores materias primas de la zona, como los tomates rosas y la borraja. Y, en Alquézar, en Casa Pardina, donde las hermanas Blasco presentan una cocina tradicional en un edificio con historia y buenas vistas.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.