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Catalunya mira bajo la alfombra

La coincidencia del caso Millet y la operación Pretoria provoca desconcierto e histeria entre políticos y empresarios

PERE RUSIÑOL

Todo el mundo parece de pronto bajo sospecha. Los grandes mitos están patas arriba. Las élites se llaman compulsivamente a la búsqueda de información que nadie tiene. Los ciudadanos han quedado desencajados. Catalunya está en estado de shock.

No es sólo por la coincidencia con el juicio del caso Hacienda y el escándalo del Palau, que afecta a la flor y nata de la sociedad, desde un ex presidente del Barça (Josep Lluís Núñez) hasta grandes empresarios pasando por Fèlix Millet, dueño del Palau de la Música y santo del catalanismo, cuya libertad ha extendido además la desconfianza sobre el mundo judicial. La presunta trama desarticulada por Garzón, con la impactante imagen de honorables esposados , ha convertido lo anterior casi en peccata minuta y ha causado una crisis de ansiedad generalizada.

La imagen de los implicados con esposas ha causado conmoción y críticas

Hasta el viernes, todos se aferraban a la esperanza de que se trataba de una garzonada que acabaría en nada. Hoy, con la prisión incondicional y la narrativa de una auténtica trama que salpica a todos los grandes partidos (PP incluido), el vértigo recorre todo el espinazo. Por lo que ya ha pasado, pero sobre todo ante un posible estallido sucesivo de bombas que lo arrase todo.

El jueves, un importante consejero del Gobierno catalán buscaba ávidamente información sobre cómo funcionan las escuchas: 'La semana pasada hablé con Alavedra mucho rato y le dije pestes de Montilla', iba contando a los amigos, desesperado.

El estrés no sólo persigue a los corruptos o a los políticos que tratan de adivinar dónde tendrán que recoger el siguiente cadáver. El hecho de que trascendiera que Macià Alavedra, ex consejero de Jordi Pujol, bon vivant que había sobrevivido sin apenas rasguños a miles de sospechas y amigo de casi todo el mundo, ha tenido los teléfonos intervenidos durante dos años ha contribuido a extender el terror.

La psicosis se extiende al saberse que Alavedra tenía el teléfono pinchado

El caso apunta a los grandes actores de la construcción institucional de Catalunya tras el franquismo: están entre rejas la mano derecha y la mano izquierda de Jordi Pujol, quien el día antes de la operación se descolgó con declaraciones destempladas alertando del riesgo de que si se escarba demasiado se olería el 'tufillo' de todos.

La mano derecha era Lluís Prenafeta, el Fouché del ex presidente, el que construyó la maquinaria interior de la Generalitat y dio el primer empleo en su empresa (Tipel) tanto al hijo primogénito de Pujol, Jordi Pujol Ferrusola, como a su hijo político, Artur Mas.

La izquierda era Alavedra, que le conectó con todo el mundo social de la burguesía catalana que siempre trató con desdén al ex president por sus maneras rurales. Primero, lo hizo con Pujol. Luego, con Mas, en cuyo consejo de sabios se integró.

Cuando el martes la noticia de sus detenciones sorprendió a la reunión del Consell Executiu Garzón no avisó a ninguna autoridad catalana, la primera reacción fue de incredulidad festiva: se trata de dos pesos pesados del pujolismo. El aviso llegó a través de un SMS recibido por el consejero de Política Territorial, Joaquim Nadal, y, cuando lo comentó, se extendieron las sonrisas.

La excitación por la caza mayor impedía apreciar con nitidez la cara B de la operación, la que afecta a la otra gran pata de la construcción de la Catalunya contemporánea: los grandes ayuntamientos de la Barcelona metropolitana, el bastión del PSC, la escuela de su líder, hoy president de la Generalitat, José Montilla.

El alcalde de la proletaria Santa Coloma de Gramenet, Bartomeu Muñoz, también tiene conexiones excepcionales que van mucho más allá del aparato municipalista del PSC: es íntimo desde la infancia de Higini Clotas, vicepresidente del Parlament, que ayer estaba hundido tras varios días dedicados a defenderle y poner la mano en el fuego por él, juega al golf con la crème de la crème y tiene las puertas tan abiertas en el PSOE que ha tenido incluso un cargo orgánico del partido hermano (miembro de la comisión del control financiero), un hecho insólito en la cultura del PSC.

Lo que más asusta del caso es que empieza a parecer un retrato a pequeña escala de la sociedad en su conjunto: comparten prisión el hijo del secretario del independentista Francesc Macià (Alavedra), con el hijo de un alcalde franquista que hoy abandera las posiciones más españolistas del PSC (Muñoz), con el inmigrante nacido en Andalucía que llegó a Catalunya para ganarse el pan (García Sáez). La Generalitat convergente y los ayuntamientos socialistas. Burgueses y descamisados. No falta nadie.

 

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