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Los católicos proponen invadir la política "para acabar con la corrupción"

La Asociación Católica de Propagandistas cree que la fe ayuda al creyente a cumplir con las exigencias del político

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La receta para acabar con la corrupción no es otra que ser buen católico.  Este discurso, que trasciende de las palabras de algunos miembros del Partido Popular, pertenece a la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

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Tratan de denunciar asimismo lo que ellos califican como una "ofensiva laicista", que no es otra cosa que, según ellos, las restricciones que se ejecutan "en estados que se dicen democráticos, y de manera muy clara en España". 

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Aseguran que la sociedad adolece de "anemia moral"

Reivindicando de este modo su papel activo en la política, advierten que la libertad de conciencia, la libertad religiosa, la ideológica, la educativa son objeto de preocupantes vulneraciones".

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Matizan, eso sí, que la exigencias "no son distintas" para católicos y no católicos. Sin embargo, ensalzan la capacidad balsámica de la fe, que "le proporciona al creyente especial luz para percibirlas con toda claridad y la gracia, especial fuerza para cumplirlas". Todo este recetario se encuentra en el manifiesto de la asociación, perla de la clausura del XI Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la Fundación Universitaria San Pablo CEU.

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"La fe le proporciona al creyente especial fuerza para cumplir las exigencias"

Los propagandistas señalan que "no basta" con denunciar la corrupción política, si cada uno no asume la "responsabilidad moral que le corresponde" de hacer que toda la actividad política esté orientada a la consecución del bien común. Advierten, además, de que la presencia de los católicos en esta esfera será "verdaderamente eficaz" cuando "ellos y la comunidad a la que pertenecen estén poseídos por la convicción de la fuerza política del amor".

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Por todo ello, proclaman con "urgencia" la actuación de "todos y cada uno para regenerar la moral y, democráticamente, la vida y las instituciones políticas", al tiempo que reiteran su disposición a dialogar con quienes, desde sus diversas opciones religiosas e ideológicas, "están comprometidos en la lucha contra la corrupción política". y reconocen en las personas "el principio, sujeto y fin de todas las instituciones".

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