Este artículo se publicó hace 14 años.
La CE insta a Alemania a que facilite una salida europea a la crisis griega
La Comisión Europea ha puesto hoy la máxima presión sobre el gobierno de la canciller alemana, Angela Merkel, para que consienta una solución europea a la grave crisis financiera de Grecia, que se acerca ya a su paroxismo.
En una declaración ante los medios, el presidente del Ejecutivo de la UE, José Manuel Durão Barroso, ha urgido a todos los líderes de la zona euro a tomar cuanto antes una decisión sobre la creación de un mecanismo de ayuda bilateral que permita aliviar la crítica situación presupuestaria de Grecia.
El Ejecutivo comunitario tiene listo el esquema, basado en los trabajos que durante semanas han realizado las instituciones europeas y los ministros de Finanzas de la Eurozona.
La opción elegida consiste en préstamos bilaterales, de estado a estado, que la Comisión se encargaría de coordinar.
Si bien es cierto que el tratado no prevé nada parecido, tampoco lo prohíbe, aseguran los expertos de la CE.
A las puertas del fin de semana, Barroso ha sorprendido hoy a los medios de comunicación haciendo pública una declaración en la que urge a todos los líderes a dar prueba de voluntad política cuanto antes, en un momento clave para el futuro de Europa y de su unión monetaria.
"No podemos seguir prolongando la situación actual", ha afirmado después de una semana repleta de declaraciones contradictorias de unos y otros.
Los jefes de estado o gobierno de la UE tienen previsto reunirse el jueves y viernes próximos en Bruselas para hablar casi exclusivamente de economía, y tratar de ponerse de acuerdo sobre los objetivos de la futura estrategia de crecimiento en Europa.
No tendría ningún sentido que los Veintisiete debatieran el plan de relanzamiento económico a medio y largo plazo, y volvieran a esquivar la cuestión griega, que amenaza con desestabilizar al euro, auténtico corazón de la UE.
El destinatario principal del mensaje es Alemania, la economía más poderosa, la más virtuosa en cuanto al rigor presupuestario y la más reticente a poner dinero sobre la mesa.
En Bruselas nadie duda del europeísmo de la canciller alemana y se comprende su resistencia, por razones casi constitucionales, a mostrar indulgencia con un país como Grecia que ha vivido por encima de sus posibilidades, ha violado las normas de disciplina europeas y ha falseado reiteradamente sus estadísticas de déficit.
Pero ha llegado el momento de decidir, enfatiza Barroso, y de cumplir la segunda parte de lo pactado el 11 de febrero, cuando los gobernantes de la Eurozona instaron al primer ministro griego, Yorgos Papandréu, a acometer un doloroso plan de ajuste, cosa que ha hecho, a cambio de la promesa de que no dejarían caer al Estado heleno en bancarrota.
Barroso ha respaldado hoy la argumentación de Papandréu, quien ha explicado esta semana en Bruselas que su gobierno no quiere el dinero de sus socios, sino tan sólo el anuncio de que podrá recurrir a una financiación europea más barata, si se ve obligado a ello.
Este anuncio ayudaría a cortar la especulación contra los bonos del Estado griego y abarataría el precio de la refinanciación de la deuda en el mercado.
Según fuentes comunitarias, un mecanismo europeo basado en préstamos bilaterales podría cubrir las necesidades de Grecia que se evalúan en unos 22.000 millones de euros, sin necesidad de recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Aunque no ha trascendido ningún detalle, el tipo de interés al que los gobiernos europeos podrían prestar a Grecia estaría en cualquier caso por debajo del prohibitivo 6% que le están imponiendo últimamente los inversores.
La declaración de Barroso deja claro que el instrumento en el que trabaja Bruselas "sería compatible" con la cláusula del Tratado que prohíbe el rescate de un estado de la Eurozona por parte de los demás.
Además, incluiría, una "estricta condicionalidad".
Las instituciones europeas, en particular la Comisión, se encargarían de vigilar que el estado beneficiario cumpliera las condiciones ligadas al préstamo.
Barroso no quiso precisar qué estados aportarían capital ni cuál sería la clave de reparto para los contribuyentes.
No descartó, sin embargo, que el FMI pudiera contribuir. Lo importante no es quién pone el dinero, sino quién gobierna el instrumento.
"Nuestro objetivo es (crear) un instrumento diseñado dentro de la zona euro, con condiciones y gestión establecidas por la zona euro y sus instituciones", ha dejado claro el presidente del Ejecutivo comunitario.
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