Este artículo se publicó hace 12 años.
Las chanclas, el último símbolo de protesta contra abusos de la ley indonesia
Unas ajadas y raídas chanclas son el nuevo símbolo con el que los pobres en Indonesia protestan contra los abusos de la justicia, a raíz del caso de un chico que afrontaba una pena de cárcel por robar un par de sandalias usadas a un policía.
Varias asociaciones en favor de los derechos de los menores y tres escuelas del país han puesto en marcha una colecta masiva de chancletas, de todas tallas y colores, para solidarizarse con el menor y criticar el sistema judicial, al que acusan de abusivo con los más débiles.
Miles de indonesios decidieron depositar, a título personal, sus sandalias ante las comisarías de Policía de todo el país para mostrar su indignación.
"La gente está enfadada con la Policía, que no utiliza la perspectiva de los niños a la hora de llevarlos ante los tribunales por actos como este", denunció a Efe Budhi Kurniawan, portavoz de SOS Children's Villages en Indonesia y colaborador en la recolecta.
Los zapatos recaudados serán enviados al sargento Ahmad Rusdi Harahap, propietario de las chinelas robadas y quien, a su vez, se enfrenta a cargos de abuso de autoridad tras golpear al chico, junto con dos compañeros, durante el interrogatorio.
El hecho que ha desatado esta ola de malestar se remonta a noviembre de 2010, cuando en Palu, la capital de la provincia central de la isla de Célebes, un joven de 15 años hurtó al agente Harahap unas viejas chancletas blancas.
El menor, identificado como A.A.L., fue golpeado por tres policías cuando indagaban sobre el robo por el cual se enfrentaba a un máximo de cinco años de cárcel.
Finalmente, los jueces sentenciaron ayer que el menor no entrara en prisión, a pesar de hallarlo culpable por el hurto, y fuera devuelto en custodia a sus progenitores.
Este caso se ha convertido en bandera de la situación de desamparo legal en la que se encuentran millones de niños indonesios, que desde los 12 años pueden ser juzgados por cargos criminales en el país asiático.
"Cada año más de 7.000 niños son juzgados en Indonesia por delitos menores y el 90 por ciento de ellos tienen que pasar un periodo en la cárcel. No es una casualidad que la mayoría sean pobres", explicó el portavoz de SOS Children's Villages.
Los organizadores de la colecta detallaron, en un comunicado, que esta acción fue ideada para liberar al chico "de la trampa de la justicia injusta, una que no tiene conciencia".
Según datos de la Comisión para la Protección de los Niños (KPAI) cada año alrededor de 6.300 menores indonesios terminan en prisión junto a detenidos adultos.
"Muchos de ellos son arrestados por ofensas leves como el robo de comida o ropa", indicó el portavoz de KPAI, Herlina, quien sostiene que lo que estos jóvenes necesitan "es guía y supervisión en casa, no juicios y tiempo en la cárcel".
El caso ha acaparado mucha atención en Indonesia, especialmente, en las redes sociales, como Facebook y Twitter, donde se ha convertido en el asunto más comentado en los últimos días.
Incluso el conservador Consejo de Ulemas de Indonesia (MUI), la máxima autoridad religiosa del país, opinó que iniciar un proceso legal contra el joven por robar un par de sandalias era "excesivo" y no concordaba con los valores islámicos.
"En el islam, un menor no puede recibir la misma sanción que un adulto, el castigo al que debe someterse tiene que ser didáctico", sostuvo Amidhan, máximo responsable del MUI.
Desde la caída del dictador Suharto en 1998, Indonesia ha vivido un proceso democratizador que se ha hecho notar en la libertad de expresión, el derecho a voto y otros avances.
Sin embargo, el sistema judicial sigue presentando muchos errores que permiten que el robo de un par de chanclas pueda suponer una pena equivalente o incluso superior a una violación o a delitos por terrorismo.
Por Paula Regueira Leal.
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