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Chaves se rebela "contra la injuria"

El presidente andaluz, testigo en el juicio contra ‘El Mundo’ por acusarlo de espiar

ALICIA GUTIÉRREZ

'Estoy acostumbrado a todo tipo de críticas, pero la información de El Mundo me causó el mayor impacto, el mayor dolor a mí y a mis hijos porque era falsa, era injuriosa'. Dirigiéndose al juez desde la silla de los testigos, el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, explicó así ayer por qué presentó una querella por injurias tras la publicación, el 29 de noviembre de 2001, de una noticia en el diario El Mundo que le acusaba de haber ordenado espiar al entonces presidente de Caja San Fernando.

En 2003, la Audiencia de Sevilla ya dictaminó que no había existido tal espionaje. La suya, por inédita, era la declaración más esperada. Desde el banquillo escucharon a Chaves los cuatro procesados: Juan Manuel López Benjumea, ex presidente de Caja San Fernando; Joaquín Corpas, el investigador privado que por orden suya grabó un vídeo donde un falso espía inculpaba a Chaves; y los periodistas de El Mundo Francisco Rosell, director de la edición andaluza, y Javier Caraballo. La Audiencia de Sevilla concluyó que el vídeo era un montaje.

Y su propio autor, Corpas, así lo confesó por sorpresa el lunes.Tanto Benjumea como El Mundo buscan dibujar el caso como un proceso a la libertad de expresión. El PP, también. De hecho, dos horas después de que Chaves hubiese declarado que aquella noticia le causó un grave daño político -'la gente lee eso y pierdes crédito'-, la diputada del PP Teófila Martínez le acusó en la Cámara andaluza de sentar en el banquillo a dos periodistas por publicar una información 'que le era incómoda'.

Pese al carpetazo de la Audiencia a la denuncia de Benjumea por espionaje, el PP y El Mundo aún sostienen que el PSOE urdió una conspiración para vigilar a Benjumea por su negativa a aceptar la Ley de Cajas. Y esa conspiración estalló, según ambos, otro 11, o sea, en noviembre de 2001.

 

El misterioso caso del espía invisible

En el vídeo manipulado, aparece un individuo, Antonio Castellano, que supuestamente -él niega que sea su voz- dice que Chaves le ordenó espiar a Benjumea. Pero si le espió fue, sin duda, por telepatía. Ni los escoltas de Benjumea, ni los policías que investigaron el caso, antes y después de la denuncia presentada el 17 de octubre de 2001 por el ex presidente de Caja San Fernando, detectaron el menor rastro de seguimiento o vigilancia.

El miércoles lo confirmó, a trancas y barrancas, el ex jefe de gabinete del entonces delegado del Gobierno del PP. Y ayer lo ratificaron el jefe de la brigada de información y los escoltas de Benjumea. 

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