Este artículo se publicó hace 16 años.
Chávez dice que el triunfo de la "revolución" en 2002 y 2003 inició el fin de la hegemonía de EE.UU.
El presidente venezolano, Hugo Chávez, dijo hoy que el "triunfo de la revolución bolivariana" sobre las conspiraciones que, a su juicio, alentó EE.UU. entre 2002 y 2003, marcó "el comienzo del fin de la hegemonía del imperio" en la región.
Ante miles de sus seguidores reunidos en las cercanías del palacio de Gobierno, Chávez aseguró que el "triunfo de Venezuela" ante las embestidas imperialistas "comenzó a cambiar el curso de la historia del continente" y abrió el camino a las "fuerzas progresistas" en la región.
Por ello, pidió "tomar conciencia de la tremenda responsabilidad que la historia ha puesto sobre sus hombros" a una multitud oficialista, que celebró con una "gran toma de Caracas" el sexto aniversario del regreso de Chávez al poder tras el golpe que lo derrocó durante 48 horas el 11 de abril de 2002.
En un largo y exaltado discurso en el que citó constantemente frases del líder cubano Fidel Castro, el mandatario sostuvo que el golpe de 2002 y el paro petrolero de 63 días que se cumplió entre diciembre de 2002 y febrero de 2003 fueron ideados y puestos en práctica por el "imperio y sus lacayos" internos.
La "derrota" de ambas conspiraciones "significó, lo creo, el comienzo del fin de la hegemonía del imperio norteamericano en las tierras de este continente", manifestó eufórico Chávez.
Según él, ambas victorias "revolucionarias" han influido en el avance de las fuerzas "progresistas" en América Latina, con la llegada a la presidencia de Evo Morales en Bolivia, de Rafael Corea en Ecuador y Cristina Fernández en Argentina, entre otras citadas por el jefe del Estado.
"De lo que pase en Venezuela depende, en buena medida, lo que siga o no siga ocurriendo en América Latina y el Caribe", agregó.
Ante esa "responsabilidad", Chávez advirtió que "más nunca" la "revolución" debe sufrir "una derrota" electoral como la de diciembre pasado, cuando fue rechazada en un referendo su propuesta de reforma constitucional, que incluía la reelección ilimitada presidencial y un nuevo ordenamiento territorial.
"Debemos asegurar una gran victoria popular en las elecciones de alcaldes y gobernadores" previstas para noviembre próximo, afirmó Chávez.
En ese contexto, insistió en que "el 2008 es el año del reimpulso" del proceso de cambios que dirige desde 1999, con el que pretende consolidar el socialismo en Venezuela, país que es el quinto exportador mundial de crudo.
Chávez volvió a hablar de la necesidad de "elevar la eficacia" del Gobierno para resolver los problemas prácticos de la población, como la recolección de basuras en las grandes ciudades.
También resaltó la importancia de "derrotar los movimientos divisionistas y personalistas" en las filas revolucionarias, agrupadas en su mayoría en el naciente Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
El primer evento que deberá enfrentar el PSUV serán las elecciones regionales y municipales de noviembre, en la que el oficialismo intentará mantener la mayoría de alcaldes y gobernadores que en la actualidad ostenta.
En su largo discurso, Chávez recordó algunas de sus experiencias durante las horas que estuvo fuera del poder hace seis años, e indicó que mientras tanto "sobre la sangre del pueblo" se formaba un "Gobierno tiránico, sangriento y subordinado a la Casa Blanca".
"Por allí quedaron las órdenes que comenzaron a llegar directo de la Casa Blanca (...) llamadas telefónicas directo a Washington", reveló el "comandante presidente", como le llaman sus afectos.
El derrocamiento de Chávez se registró en medio de violentos disturbios en el centro de Caracas, que causaron 19 manifestantes oficialistas y opositores muertos a tiros, además de centenares de heridos.
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