Este artículo se publicó hace 11 años.
El chef de Kim Jong-il viajaba por el mundo a por caviar, cerveza y Big Mac
El chef personal del fallecido líder norcoreano desvela algunos de los secretos mejor guardados del régimen. Desde "Divisiones de la Diversión" con menores respondiendo a peticiones sexuales, a test de lealtad en motos de
Sin revelar su verdadero nombre, el que fuera chef y hombre de confianza del antiguo líder de Corea del Norte, Kim Jong Il, ha destapado algunos de los secretos mejor guardados del régimen norcoreano. Entre sus funciones, este experto en sushi viajaba a Irán a por caviar, a Dinamarca a por cerveza y a Pekín a por la norteamericana Big Mac.
Kenji Fujimoto, es el pseudónimo que el cocinero ha utilizado durante su entrevista para la revista GQ . De origen japonés, Fujimoto sirvió durante once años al líder, desde que un día de 1983 fuese invitado a meterse en uno de los tres Mercedes negros que llegaron a la escuela de cocina en Pyongtang donde impartía clases. La matrícula del primero registraba la fecha de nacimiento del líder (2-16), el segundo trasportaba a cinco mujeres tailandesas secuestradas para servir como esclavas sexuales y el tercero lo reservaban para él.
Aquella noche preparó sushi en un yate para lo que eufemísticamente denomina "altos ejecutivos", importantes cargos y generales del régimen que aterrizaban a la mesa de Fujimoto después de una jornada de fiesta y descontrol. Entre ellos se encontraba el futuro líder Kim Jong-il, con quien Fujimoto conversó sobre cocina hasta ganarse su confianza.
Desde esa noche, por las mañanas Fujimoto continuaba con sus clases en la escuela y por las noches se convirtió en el chef en las "sushi parties" de la corte norcoreana. Las partidas de yut nori (juego tradicional), los Mercedes negros y las mujeres atractivas se hicieron elementos normales en la vida de Fujimoto, y su relación con Kim Jong-il fue ganando peso. Juntos compartieron vinos de Burdeos y sesiones de cines con Schwarzenegger de protagonista.
Fujimoto no conocería la procedencia de todos estos lujos hasta cinco años más tarde. El cocinero había dejado la capital norcoreana para regresar a Japón y montar su propio negocio. Entonces recibió una invitación del líder para volver como su cocinero personal, un contrato de tres años, apartamento, Mercedes negro y algo más que un buen sueldo. Para entonces las exóticas tailandesas habían sido sustituidas por guapas menores norcoreanas, entrenadas para responder a las peticiones sexulaes de Jong-il. En función del humor del líder las mujeres debían dar masajes, realizar bailes eróticos o participar en peleas de boxeo.
El mayor miedo del Querido Líder no era otra cosa que el miedo al abandono, a quedarse solo, probablemente infundado por las grandes pérdidas de su hermano y su madre durante su infancia. Después de ampliarle el contrato a diez años y ofrecerle su propio restaurante en un exclusivo hotel de la ciudad, Fujimoto tuvo que pasar por uno de los célebres test de lealtad al Jong-il. El líder retó al cocinero en una carrera de motos acuáticas en la que el chef ganó. Fujimoto asegura que cualquier otro ciudadano norcoreano habría sido ejecutado por porner en evidencia al líder, sin embargo, él dejó claro que era diferente y podía ofrecerle la clase de opiniones independietes que a veces necesitaba. "¿Me quieres?", era la pregunta que le repetía constantemente.
En uno de sus viajes a Japón, Fujimoto fue arrestado en el aeropuerto en 1996. Durante un año y medio le interrogaron para obtener información de Corea del Norte. Al regresar junto al líder tras esta experiencia, huir se convirtió en su objetivo. Al morir Kim Jong-il consiguió escapar y pasó a formar parte de la inteligencia japonesa, aportando información de gran importancia sobre la familia. Teniendo en cuenta que no se tienen datos exactos sobre la población norcoreana y que el secretismo del país sólo se rompe con la información procedente del satélite, figuras como la de Fujimoto son de especial utilidad.
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