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Los chimpancés siguen la estela de los humanos

Un estudio revela que los simios desentierran raíces para comer, como hacían los antiguos homínidos

JAVIER YANES

Los grandes simios son, en muchos aspectos, una reminiscencia del pasado de los humanos. De ahí que el interés por conocer sus adaptaciones evolutivas trascienda la zoología para ayudar a reconstruir la evolución del Homo sapiens. Según el científico de la Universidad de California en San Diego, James Moore, “las modernas analogías son útiles para investigar nuestro pasado”.

Una pista capital en esta tarea de reconstrucción llega desde la comunidad de chimpancés de Ugalla, al oeste de Tanzania, y se refleja hoy en las páginas de la revista PNAS. Allí, las pruebas reunidas por Moore y sus colaboradores demuestran que estos primates emplean utensilios para desenterrar raíces comestibles, un comportamiento que se creía exclusiva potestad del hombre y de sus antepasados, aquellos que conquistaron el mundo por su dominio de las adaptaciones a medios hostiles.

Durante dos años, la primera firmante del estudio, la mexicana Adriana Hernández-Aguilar de la Universidad del Sur de California, ha recolectado muestras en este hábitat de transición entre la selva y la sabana abierta. Ugalla, cerca del lago Tanganika, es un monte bajo que sufre grandes cambios entre la estación lluviosa, de noviembre a mayo, y la temporada seca.

Caza y recolección

Los grandes simios, como los antiguos homínidos, se encuentran más cómodos en el medio selvático. Hace cinco millones de años, transformaciones en el clima redujeron la cobertura forestal de África, y los homínidos se vieron obligados a explotar parajes magros en recursos, como Ugalla.

Los paleoantropólogos suponen que parte del éxito evolutivo del linaje humano radica en haber superado esta escasez. La caza fue determinante en la supervivencia de los homínidos, pero también lo fue la recolección de alimentos vegetales, una actividad cuyo desarrollo, apuntan los autores, es menos conocido porque las herramientas utilizadas, como palos y trozos de corteza, no dejan rastro perdurable.

De acuerdo a las teorías al uso, la habilidad de los homínidos para cosechar tubérculos, bulbos y otros órganos vegetales subterráneos les permitió colonizar las regiones áridas. Con el tiempo, el cráneo y la dentadura de los australopitecinos se habían adaptado para masticar con facilidad los bulbos fibrosos y la carne de las presas cobradas.

Aunque los científicos no han logrado sorprender a los chimpancés en plena faena de excavación, los restos hallados en once lugares –diez de ellos bajo las nidadas de los simios– delatan esta actividad: huellas, excrementos, pelotas de fibra masticada y palos con signos de haberse utilizado para este fin. Curiosamente, algunos de los vegetales recolectados por los chimpancés son usados también por los nativos de la zona, pero no como alimento, sino como medicina.

No es la primera vez que se detecta esta insólita sabiduría de los chimpancés en el terreno de la medicina natural. Los autores recuerdan que algunas hojas con propiedades curativas son seleccionadas específicamente por estos parientes de los humanos que vienen, en términos evolutivos, pisando los talones.

 

Los primates cazan usando palos como lanzas

Las nuevas observaciones sobre las costumbres recolectoras de los chimpancés complementan un trabajo previo que también descubría habilidades humanas en estos primates. Recientemente, Pruetz y Bertolani detallaban en la revista Current Biology otra sorprendente adaptación de los chimpancés que habitan en la sabana, donde no disponen de los recursos abundantes y constantes del medio selvático. Según estos autores, la población de chimpancés de Fongoli, en Senegal, ha aprendido a valerse de palos para desarrollar técnicas de caza. Utilizando estacas a modo de lanzas, dan caza a los gálagos, un tipo de primates arbóreos de pequeño tamaño. 

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