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La CIDH denuncia "grave escasez" de recursos para cumplir con sus funciones

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El presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Paolo Carozza, denunció hoy la "grave escasez" de recursos del organismo y aseguró que no podrá responder a las crecientes exigencias que se le presentan sin una "acción decidida" de los Estados miembros.

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Carozza planteó este problema a la Comisión de Asuntos Jurídicos y Políticos del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) en el marco de la presentación del Informe Anual de 2007 de la CIDH que se publicó hoy.

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El presidente de la CIDH explicó que la Comisión recibe cada vez más peticiones de casos y la sociedad civil y los Estados solicitan más audiencias, a la vez que el organismo emprende iniciativas más amplias y tiene que cumplir con mandatos adicionales de la OEA.

El año pasado, la CIDH recibió la cifra sin precedentes de 1.456 denuncias y batió con 1.251 casos tramitados otro récord. Celebró además 105 audiencias sobre situaciones generales y temáticas de los derechos humanos, medidas cautelares, peticiones y casos.

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Explicó que los recursos que recibe la CIDH no aumentan en proporción a la creciente importancia de la Comisión y su papel en la región.

El presupuesto regular asignado al organismo por los Estados miembros "ha permanecido constante e inclusive ha disminuido en términos reales, al menos desde 1999", afirmó.

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Por ello, dijo, existe un "gran y creciente desnivel entre los recursos necesarios para mantener un sistema de derechos humanos sano y la realidad de las actividades de la Comisión".

Afirmó que esta situación obliga a la CIDH a estirar al máximo su presupuesto y crea un ambiente de competencia interna por los recursos para las distintas actividades de los departamentos.

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La precariedad de recursos es tal que la CIDH ha tenido que recurrir a contribuciones especiales de países miembros y organizaciones privadas, explicó el presidente.

En 2007 más de la mitad de su presupuesto provino de donaciones de Estados miembros, afirmó.

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Según los últimos datos disponibles, que datan de 2006, la OEA destinó ese año 3,7 millones de dólares a la CIDH, lo que supone el 4,6 por ciento de su presupuesto total de 81,5 millones de dólares.

La Comisión contó con un presupuesto de 5,9 millones de dólares, de los que 2,2 millones procedieron de fondos específicos aportados por países miembros y organizaciones externas.

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Estados Unidos, con 875.400 dólares, fue el mayor donante durante 2006, seguido por Venezuela (120.000 dólares) y México (100.000 dólares).

Países observadores, como Finlandia, Francia, Italia y Suecia, aportaron fondos por un total de 738.500 dólares.

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Carozza agradeció en su discurso el apoyo financiero, si bien advirtió que la labor de la CIDH es precaria e incierta porque "no existe estabilidad ni garantía a largo plazo de la disponibilidad de recursos".

Los fondos regulares de 2007 sólo llegaron para cubrir uno de los cuatro periodos se sesiones celebrados, explicó.

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Argumentó que el hecho de tener que recurrir constantemente a contribuciones especiales "puede plantear a largo plazo preocupaciones sobre la absoluta independencia y autonomía de la Comisión".

Igualmente manifestó su preocupación por las dificultades que afronta la Comisión desde hace años para poder visitar Venezuela, cuyo Gobierno ha objetado reiteradamente las fechas fijadas para el viaje.

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