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CiU afronta el 20N entre el temor a la irrelevancia y el sueño del pacto fiscal

EFE

CiU, por tercera vez consecutiva con Josep Antoni Duran Lleida como cabeza de cartel en unas elecciones generales, afronta la cita del 20 de noviembre entre el temor a no ser decisiva en Madrid y su sueño de conseguir un pacto fiscal para Cataluña similar al concierto económico.

CiU se puede encontrar con la paradoja de sacar sus mejores resultados desde el año 2000 pero, como entonces, servirle de muy poco si el PP de Mariano Rajoy obtiene la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados.

Parece seguro que Duran superará los 10 diputados conseguidos tanto en 2004 como en 2008 -las encuestas más benévolas le dan 16 escaños, según otras se quedará en 11- y prolongará la tendencia al alza de CiU en las últimas convocatorias electorales, entre ellas la que llevó en 2010 a Artur Mas a la presidencia de la Generalitat.

Para Duran sería un éxito histórico superar al PSC y colocarse como primera fuerza en Cataluña, pero la hipótesis, también posible, de que los socialistas sigan en cabeza y el PP arrebate la segunda plaza a CiU provoca escalofríos en las filas nacionalistas.

CiU se presenta con el lema "La nostra força" (Nuestra fuerza), para reivindicar que sólo un grupo fuerte liderado por Duran en el Congreso podrá defender los intereses de Cataluña, ya que tanto los diputados del PSC como los del PPC van a quedar subsumidos dentro de los grupos de PSOE y PP.

En unas elecciones marcadas más que nunca por la crisis, Duran está explotando su perfil moderado, alejado de las proclamas más soberanistas de algunos de sus socios de Convergència, para dejar claro en cada acto político que su prioridad de legislatura será reactivar la economía ayudando a los emprendedores.

Pero al margen de su plan de choque para socorrer a pymes y autónomos, con incentivos para la creación de empleo y medidas de apoyo crediticio, el principal caballo de batalla electoral de CiU es el pacto fiscal.

Son unos comicios en los que Mas está cerrando filas con su colega de Unió, no sólo por compartir proyecto, sino sobre todo porque al hoy presidente catalán le interesaría más que a nadie una CiU clave para la gobernabilidad en Madrid.

De ser así, Mas dispondría de una palanca inmejorable para condicionar al futuro Gobierno español, con vistas a negociar su reivindicación estrella del pacto fiscal, que ya abanderó en las elecciones catalanas de 2010.

Un escenario muy distinto sería que Rajoy barriese el 20N y condenase a la irrelevancia a grupos que aspiran a ser influyentes.

Duran se agarra a la certeza de que, por muy amplia que sea la mayoría que consiga el PP, tras las elecciones vendrá a llamar a la puerta de CiU en busca de apoyo para sus políticas económicas, máxime teniendo en cuenta la proximidad con algunas propuestas de los nacionalistas para revitalizar la economía productiva.

En la hipótesis de que España se viese arrastrada por la crisis griega hacia el abismo económico, Duran no descarta que el PP busque un gobierno de concentración, en el que él estaría dispuesto a tomar parte para impulsar las reformas estructurales para salir del túnel.

Roger Mateos

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