Este artículo se publicó hace 13 años.
Cobo, de las listas del paro al jersey rojo
Después de estar sin ganar dos años, Juan José Cobo, del Geox-TMC, se reencontró como deportista al imponerse en la cima más mitificada del ciclismo español, el Angliru, a pesar de contabilizar únicamente cinco ascensiones, y situarse al frente de la clasificación general.
En Benidorm apareció con el dorsal número 1 de su equipo, el 61 en la carrera, a pesar de que ni siquiera los responsables de la formación le presentaron como líder, ya que este rol recayó sobre el ruso Denis Menchov y el español Carlos Sastre.
Con treinta años cumplidos el 11 de febrero, el palmarés de 'el bisonte de la Pesa' destilaba hasta su incontestable triunfo en la cima de Riosa más pasado que futuro. En 2007 conquistó de manera avasalladora, además de dos etapas, la Vuelta al País Vasco. Una etapa en la Vuelta a Burgos en 2008 así como la décima etapa del Tour de Francia por la descalificación por dopaje de su entonces compañero de equipo el italiano Leonardo Piepoli.
Las últimas noticias que se tenían de él en cuanto a triunfos deportivos databan del 2009 cuando ganó una etapa en la Vuelta a Castilla y León y se impuso en solitario tras atacar en los últimos kilómetros en la decimonovena etapa de la Vuelta a España entre Ávila y La Granja de San Ildefonso.
A partir de ahí el vacío. En 2010 cambió su equipo de siempre, con diferentes nombres pero bajo la dirección de Joxean Fernández Matxin, para irse al Caisse D'Epargne. Reconoce que en su paso por el equipo de Eusebio Unzúe sufrió unos bajones para los que no encuentra explicación a pesar de agradecer el apoyo que recibió porque se presionó "mucho".
Lo que consideraba una oportunidad se convirtió en "una depresión de un año y medio, pero sin haber un motivo concreto". Alguna de las posibles explicaciones es que pretendía hacer las cosas "demasiado rápido" y eso le condujo a hundirse tanto en el aspecto físico como en el moral.
A pesar de regresar en la presente temporada a su equipo de toda la vida, volvió a pasar momentos muy críticos y en mayo reflexionó sobre su situación y pensó que "no merecía la pena pasarlo tan mal". Le dijo sin tapujos a su director que quería dejar el ciclismo. Tras la charla salió convencido de no arrojar la toalla y seguir sin obsesionarse, sabiendo que "no me iban a exigir". De pensar en la inscripción en el paro pasó a hacerlo en la siguiente prueba.
Las sensaciones empezaron a cambiar entre la Vuelta a Austria y la Vuelta a Burgos, el último test hispano para los aspirantes al triunfo en la Vuelta. En las carreteras burgalesas comenzó a dar síntomas de que podía volver a ser el que fue. En la difícil ascensión a las Lagunas de Neila fue segundo y dio un aviso del que muchos no alcanzaron a comprender la amplitud de su alcance.
Probablemente incluso él mismo tampoco fue capaz de hacerlo. En Benidorm se presentó como el escudero de Menchov y Sastre y su objetivo inicial era el de "estar lo más cerca posible de ellos".
El calamitoso comienzo de carrera del Geox-TMC en sus primeras etapas, con tiempo perdido por sus mejores hombres en el equipo aunque entre ellos no estaba el cántabro, desbarató la mayor parte de los planes en el equipo que dirige Joxean Fernández Matxin.
Cobo seguía corriendo sin presión y acercándose paso a paso a la zona noble de la clasificación. En la ascensión al Alto de La Covatilla arrancó en el momento oportuno para ser tercero y sumar sus primeros ocho segundos de bonificación. Todavía no entraba en el grupo de favoritos.
En la contrarreloj de Salamanca estuvo a un buen nivel, lo que le permitió afrontar bien colocado el tríptico calificado como decisivo de la Vuelta con los finales de Ponferrada, La Farrapona y El Angliru. En la primera jornada de las dos complicadas citas asturianas, en el final en los Lagos de Somiedo, puso en evidencia que había que contar con él.
Su equipo renunció a pelear por el triunfo de etapa con David de la Fuente en beneficio de 'el bisonte de la Pesa'. Acabó segundo y sumó doce segundos más de bonificación a su cuenta. La decisión de su director fue muy comprometida pero en una sola dirección, la deportiva. "Como persona me duele, pero como director hice lo que tenía que hacer", afirmó Matxin. El acierto de la apuesta no tardó en confirmarse. Tan solo veinticuatro horas después llegó la victoria en la cima más dura de las carreteras españolas.
A pesar de sentir ya sobre sus espaldas el jersey rojo, Cobo sigue prefiriendo contemplar la carrera a corto plazo y quiere disfrutar, en primer lugar, de poder llegar a su tierra vestido de líder.
Es consciente de que sobre todo los británicos del Sky, Bradley Wiggins y Christopher Froome van a luchar por desbancarlo en las seis etapas que quedan porque "hay terreno para intentarlo". Su duda es permanente. "No sé -afirma- si podré llegar de líder a Madrid pero voy a intentarlo".
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