Este artículo se publicó hace 13 años.
"Quien cobre hoy mil euros es un afortunado"
Cuatro jóvenes comentan su situación laboral
A pesar de compatibilizar cuatro trabajos, el joven reconoce no llegar a los mil euros al mes
"Mileurista" dice Albert Bellido, "¡quien sea eso hoy en día se puede considerar un afortunado!". Este joven barcelonés de 23 años, estudiante de 4º de Sociología, reconoce no llegar a los mil euros mensuales a pesar de trabajar siete días a la semana en cuatro trabajos diferentes a tiempo parcial.
Comparte piso con tres amigos desde hace dos años y medio y es totalmente independiente económicamente, pero reconoce que esta elección se ha convertido ahora en una aventura. "No sabes a ciencia cierta qué vas a cobrar el mes siguiente, pero sí que sabes que el alquiler son 250 euros y que tienes que comer, pagar transporte y otro tipo de gastos que no se adaptan a tu penoso trabajo. Tienes que hacer malabarismos para cuadrar las cuentas de tu casa".
Trabaja siete días a la semana y no ha tenido vacaciones desde hace dos años
A partir de marzo de 2012, tan sólo mantendrá uno de los trabajos el de los fines de semana , "o sea, nada". Ayer mismo rechazó una oferta eventual de trabajo, concretamente de acomodador en el Cirque du Soleil. "No tengo más horas para trabajar, también estudio". Pese a eso, Albert reconoce que en febrero empezará a decirle que busca trabajo "a todo el que me encuentre".
"Para mí, soñar con trabajar de sociólogo es ciencia ficción", comenta Albert, quien se reconoce ante una encrucijada: "O eliges apostar por lo tuyo, sabiendo que no cobrarás suficiente, o intentas buscarte la vida solapando trabajos que por sí solos no los quiere nadie".
Considera que la situación es muy preocupante, pues el debate de los mil euros, "tan en auge hace cuatro años, ya no existe y parece que no nos damos cuenta de que la situación es mucho peor. ¡Que con mil euros no se vive!".
Su sueño es "el milagro" de encontrar empleo como sociólogo
"Estoy cotizando una miseria, a pesar de faltarme horas al día para trabajar", cuenta el joven, que reconoce los riesgos de la situación en la que se encuentra. "Si me caigo por las escaleras y me parto una pierna, tengo un gran problema. Aparte de que no puedo coger ninguna baja, además es que no voy a poder trabajar". Confiesa que desde que se independizó, hace dos años y medio, no ha viajado a ningún sitio ni ha tenido una sola semana de vacaciones.
Cuando se plantea el futuro, advierte tres posibles caminos. El primero es que "milagrosamente" encuentre un trabajo relacionado con la sociología. El segundo, desarrollar un proyecto propio de autoempleo. "Encontrar un grupo con tus mismos intereses, marcar unos objetivos, buscar financiación y echarle valor", imagina Albert. A pesar de que tiene clara la hoja de ruta, reconoce que no es el momento. El útimo "y más probable": salir del país.
"A partir de enero todos tendremos más y peores trabajos, asistiremos a la muerte de nuestros derechos laborales. Pero si sólo nos preocupan los números, sí, habrá menos parados", concluye Albert.
"Mi trabajo es un ‘minijob’ en el lenguaje de la CEOE"Lola Alba. Diplomada en Magisterio, 25 años. Trabaja una hora y media al día en un aula matinal y gana 180 euros al mes
Lola Alba tiene 25 años, es diplomada en Magisterio Infantil y vive con sus padres en el pueblo cordobés de Fernán Núñez. Si quisiera, no podría emanciparse. Sus únicos ingresos provienen de un minitrabajo matutino. Lola se levanta muy temprano para estar a las 7.30 en el aula matinal de un colegio infantil del municipio, que ideó este sistema para que los padres que tengan que salir a trabajar a primera hora puedan dejar ya a sus hijos en la escuela sin tener que esperar a que comiencen las clases, a las nueve.
Lola trabaja cada día de la semana durante esa hora y media con una docena de niños. A final de mes, ingresa 180 euros. "Este dinero es lo justo para pequeños gastos personales y poco más", confiesa esta joven. Y cotiza, por esa hora y media al día (30 horas mensuales) a la Seguridad Social. Es decir, "un contrato a tiempo parcial que en el lenguaje de los empresarios de la CEOE o del Banco Central Europeo se traduce en minijobs", apunta.
Lola aprovecha esta situación para estudiar oposiciones y es uno de los miles de aspirantes a una plaza de profesor de Educación Infantil en Andalucía, algo que cada día que pasa está más complicado por la falta de oferta pública y los recortes. Pero no rechaza la llegada de otros trabajos. Mientras tanto, esta joven cordobesa sobrevive con esos 180 euros gracias a la ayuda de su familia y, milagros de la estadística, no es uno de los casi cinco millones de desempleados que se cuentan actualmente en España.
"O vivo de mis ahorros o no llego a final de mes"Anna Camps. Licenciada en Psicología, 24 años. Compagina su trabajo de profesora de patinaje con las prácticas de psicología.
A principios de mes, Anna Camps miró su cuenta bancaria y comprobó que había cobrado 350 euros. Es profesora de patinaje sobre hielo y trabaja una media de nueve horas semanales en la pista de Barcelona, que compagina con unas prácticas de psicología pediátrica. Cada mes cobra una cifra diferente -que puede oscilar de los 350 euros a los 800 - y está echando mano de los ahorros que reunió mientras vivía en casa de sus padres.
Anna trabaja en la pista de hielo desde que tenía 18 años e imparte clases tanto a grupos como a particulares. La joven reconoce que cada mes trabaja un número de horas diferente. "Depende de mucha cosas; del número de alumnos, de los profesores disponibles, de la temporada que sea, de las actividades y cursos que se organicen", explica la profesora, quien reconoce que la instalación no es ajena al contexto de crisis, pues "se ha reducido mucho el número de alumnos en los últimos tres años".
Confiesa que mantiene el trabajo "casi por amor al arte", porque es algo que le encanta, pero añade: "Obviamente, de esto no puedo vivir". Anna reconoce, apesadumbrada, que está tirando de los ahorros con los que salió de casa de sus padres. Le preocupa pensar que algún día se acabarán, por lo que no renuncia a aceptar otros trabajos a tiempo parcial. "No son ganas de trabajar lo que faltan, yo aceptaría cualquier tipo de trabajo, pero mi ilusión es trabajar de psicóloga y todavía no he perdido la esperanza. Prefiero cobrar menos pero trabajar de lo que he estudiado", reitera la catalana. El año pasado, Anna se presentó a las pruebas de Psicólogo Interino Residente (PIR), lo que la obligó a centrarse completamente en el estudio, experiencia que espera repetir en un futuro. "Tuve que elegir: o estudiar o trabajar".
"Me daban de alta una hora y el resto iba en negro"Adrián Hernández. Teo (A Coruña) 27 años. Los continuos empleos a tiempo parcial le impiden independizarse
"Contratos he tenido muchos pero sólo he cotizado 28 días". Desde que, a los 18 años, Adrián Hernández empezó a trabajar "recogiendo manzanas por tres euros la hora", no ha dejado de encadenar empleos, en condiciones precarias, eso sí. Ha sido reponedor de supermercado, camarero, técnico de sonido... aunque la mayor parte de las veces cobraba "en negro".
"Durante tres años trabajé en un restaurante viernes, sábado y domingo; me pagaban a 5 o 6 euros la hora, pero me hacían firmar un contrato de sólo una hora; así, de cara a la Inspección de Trabajo, si sucedía algo, el empresario tenía las espaldas cubiertas porque podía trampear. Éramos 25 personas en esas condiciones". No es de extrañar que con ese panorama, Adrián haya decidido no volver a trabajar en la hostelería, un sector que no duda en calificar como "de los más precarios".
La inestabilidad laboral que persigue a Adrián, a sus 27 años, le ha impedido independizarse. "Si me fuese de casa de mis padres, tendría que compartir piso, porque no puedo hacer frente solo al alquiler. Hay meses que saco algo más de dinero, pero otros no me salen las cuentas". Y eso que imaginación y empeño no le faltan. "Soy pluriempleado, trabajo de lo que me echen. Me río de las ofertas que piden personal capaz de adaptarse a distintos entornos", ironiza. Ahora, junto a tres amigos, acaba de montar una escuela de música: A casa do rock. Su máxima aspiración es reunir el dinero suficiente para montar un local y darse de alta como autónomo.
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