Este artículo se publicó hace 17 años.
La colombiana Olga de Amaral exhibe en Madrid su singular expresión artística
El "misterio" y la simbología que la colombiana Olga de Amaral expresa en sus obras, con uno de los lenguajes artísticos más singulares de América, ha llegado por primera vez a España, donde hay "una parte del alma" de su trabajo.
La Casa de Vacas del Parque madrileño del Retiro ha sido acondicionada para albergar entre este miércoles y el día 25 la exposición 'Strata', una selección de estelas, tapices murales y móviles creados con la trama de fibras y otros materiales que hacen inconfundible la obra de Amaral.
"Es labor de los últimos diez años", aseguró la artista en una conversación con Efe. Un trabajo que ella siente "como si fuera español también", tal vez porque en su obra están presentes el oro y la plata, ese "ligamento mítico" que se estableció después de 1492.
El oro "que todas las civilizaciones han adorado, con el magnetismo de su amarillo y esa luz que no deja de inquietarme", y la plata, "el lado oscuro de las cosas", dice la artista.
Olga de Amaral ha dispuesto las 62 piezas de la exposición en un espacio en el que ha prescindido de la luz natural para que los focos hagan refulgir los dos metales, tal como ella recuerda que brillaban las figuras religiosas a la luz de los cirios, en las iglesias que visitaba en su niñez.
La exposición de Madrid se llama 'Strata' porque todas las piezas están elaboradas con capas superpuestas; "estratos en los que materializo y entrego mis emociones", dice Amaral.
La artista bogotana está convencida de que su trabajo tendrá "resonancia" entre el público de España: "Es como cuando uno viaja a un país lejano y extraño y encuentra a alguien que habla tu propio lenguaje".
Olga Ceballos, nacida en 1932, que adoptó hace medio siglo el apellido de su marido -el escultor estadounidense Jim Amaral-, dice que "todo" le une a España, como también a México: "Es algo profundo; el alma, el modo de sentir, de hacer...".
El itinerario artístico de Amaral arranca en 1954 y 1955, cuando aprendió técnicas textiles y de diseño en la academia de arte estadounidense Cranbrook, en Michigan.
Después volvió a Colombia y durante mucho tiempo estuvo trabajando con telares, a la manera de los campesinos y los indígenas, experimentando con formas, fibras naturales y colores: "Colores extraños -dice-, combinaciones raras para la época".
Amaral siguió trabajando con telas y tejidos, "con el blanco y colores crudos, con lino", hasta que abandonó el telar y se volcó en formatos más grandes y complicados. Entonces aparecieron el director del Museo de Bellas Artes de Caracas, Miguel Arroyo, y el neoyorquino Jack Lenor Larsen, "el papá de la artesanía contemporánea", quienes organizaron sendas exposiciones.
En los años ochenta, en Londres, Amaral se inspiró en una ceramista que utilizaba oro en sus piezas. La artista colombiana buscó hoja de oro y la aplicó a sus tejidos: "Me puse a hacer experimentos y la vida se me volvió otra cosa; desde entonces he vivido en pos del maravilloso misterio del oro y con él otra forma de sentir Colombia".
Y toda esa metamorfosis es la que llega hasta Madrid: "Estelas de dos metros, oro, plata y fibra, por un lado el amarillo y por el otro la plata oscurecida", que forman, dice la artista, "el misterio; una especie de personificación de presencias".
En la exposición madrileña, organizada con el empeño de la embajadora de Colombia en España, Noemí Sanín, están también los tintes mezclados con oro, rojo mate, añil, blanco, verde....
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