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El colombiano Andrés López disfruta "matando" de risa al público español

EFE

¿Puede un humorista colombiano "matar" de la risa a su público español al describir las caderas casi atrofiadas de un bogotano incapaz de seguir el ritmo de los merengues o la música salsera del Pacífico?. Eso es lo que consigue y anima a Andrés López en su comedia "Me pido la ventana".

"Me fascina y me da más energía ver cómo disfruta la gente con mi espectáculo", dijo hoy López en Madrid, en una entrevista con Efe, convencido de que el entusiasmo del público le da la fuerza para mantener su monólogo ininterrumpido durante dos horas y media.

El comediante realiza hasta el 6 de mayo próximo su tercera gira española con su nuevo espectáculo, después de otras dos en las que presentó "La pelota de letras" o la explicación cómica de cómo usan las distintas generaciones en Colombia las nuevas tecnologías.

"Me pido la ventana", el título del nuevo monólogo, es la frase que pronuncian los chicos al subirse al automóvil familiar en el momento de iniciar un viaje, y que, según López, genera la respuesta inmediata "de la hermana, ese engendro viscoso", que se regodea al replicar: "'el que se fue para Barranquilla perdió su silla'".

Sin embargo, en esta ocasión López cambia "Barranquilla" por "Sevilla" y hace todo un ejercicio adicional de "traducción" para hacerse con el público de España: "No se preocupen que cualquier palabra dicha aquí será trasladada al castellano básico", advierte nada más comenzar su actuación.

Y a partir de ahí sigue una cascada imparable de gags, sonidos, gestos y argumentos con los que describe la aventura de un colombiano nacido en Bogotá, "a 2.600 metros sobre el nivel del mar", cuando quiere ir a "rumbear" a los lugares de clima tropical pretendiendo aparentar ser "un macho latino sediento de pasión".

Andrés López explica que "rumbear" es 'ir de marcha' en España, o que "echar los perros" sería "el cortejo y posterior apareamiento del lince ibérico", y que "amacizar" es abrazar a la pareja de manera más cercana e íntima al bailar.

Y todo eso mezclado con expresiones para demostrar que domina el español de España, "¡venga!, ¡vale!, !vaya¡ o ¡qué fuerte!".

El humorista, que siempre salta al escenario ataviado con corbata y americana rojas, asegura que se considera él mismo un "artista trashumante que no se cree los cuentos de la fama" y que goza "haciendo que la gente recuerde que estamos vivos y que disfrute de las cosas nuevas de las que les hablo".

Andrés López reconoce que su trabajo es una "comedia espontánea" que se nutre de "lo divertido que hay en el ser humano cotidiano" y que exige "un máximo de talento con un mínimo de recursos".

Y en tono más serio, admite que a lo largo de su espectáculo cualquiera se olvida de los problemas que vive Colombia, pero añade que "lo que los colombianos deberían olvidar es toda esa idea del dinero fácil y también el 'ventajismo', esa vía alternativa para conseguir cualquier objetivo con métodos abreviados".

El humorista cree que sólo han sido "un centenar largo" de colombianos, entre guerrilleros, paramilitares, políticos corruptos, "los que han dañado el país"; el resto, dice López, es gente honrada que desea prosperar.

Mientras tanto, él sigue recorriendo España con su monólogo desternillante que le ha valido decenas de amigos, como un madrileño que le invitó a su casa a cenar con su familia, ha visto su comedia en cuatro ocasiones "¡y hasta quiere ir a Colombia a comprarse una casa!".

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