Este artículo se publicó hace 17 años.
Cómics muy alemanes para el fin de fiesta
Cataluña despide su plataforma literaria y le da el testigo a Turquía
La feria de las vanidades literarias llegó a su fin ayer. Cataluña despidió su gran plataforma mediática (le dio el testigo a Turquía) con un discurso de Baltasar Porcel, y los alemanes hicieron lo propio con la entrega de los premios a los mejores cómics del año. Y hubo mucho ‘ombliguismo'.
Para empezar el Sondermann -el galardón más importante- recayó en la tira humorística y bastante ácida Stulli, das Pausenbrot, de la pareja Rattelschneck, formada por Marcus Weimer y Olav Westphalen. Este dúo es toda una institución en Alemania. ¿La pega? Sólo publican en su país y con una jerga muy alemana, lo que hace que sean prácticamente unos desconocidos de puertas afuera.
También para un autor alemán es el premio Cartoon. En esta ocasión ha sido para Ralph Ruthe y su Shit Happens. En España, Planeta Agostini publicó en abril de este año una edición a la que subtituló El libro del consuelo.
En la misma editorial y también traducido al español, podemos encontrar Cash, I see the darkness, de Reinhard Kleist, que ha recibido el premio al mejor cómic alemán. Es una estupenda novela gráfica sobre la vida del cantante country.
Dentro de la categoría manga internacional, otro premiado predecible: Death Note, de Takeshi Obata, editado en España por Glénat. En el apartado ‘ale-manga', la premiada ha sido Anike Hage con Gothic Sports.
Para terminar, la decisión más plausible: el público se ha dejado de ‘alemanadas' y ha votado como mejor cómic a las famosas tiras de Calvin y Hobbes, del norteamericano Bill Watterson. D
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