Este artículo se publicó hace 16 años.
Condenados a un año de prisión por 'mobbing' inmobiliario
Los dueños de un piso hicieron la vida imposible a la pareja que lo alquilaba por no estar dispuesta a aceptar un cambio en las condiciones del contrato
Un juzgado de Barcelona ha condenado a un año de prisión a dos hermanos por hacer 'mobbing' inmobiliario a una pareja joven en un piso de la capital catalana. Esta es una de las primeras sentencias de este tipo que acaban con sentencia de prisión en Cataluña. Además, los acusados tendrán que indemnizar a las víctimas con 3.320,54 euros por daños morales.
El juez les absuelve de una falta de daños, pero les condena por un delito de coacciones, al considerar que entre verano y otoño de 2005 cortaron varias veces el suministro de luz y agua al piso -localizado en la calle Servet del barrio de Sant Andreu-, e incluso arrancaron los contadores de electricidad y agua, los inutilizaron o impidieron su acceso a ellos. También llegaron a sellar la puerta de entrada al piso.
Las víctimas, finalmente, tuvieron que abandonar la vivienda en noviembre debido a las condiciones de insalubridad, ya que tenían que ir a buscar agua a la fuente, alumbrarse con velas, cocinar con pequeñas bombonas de gas y comprar la comida cada día por no poder disponer de frigorífico.
Las víctimas tenían que ir a buscar agua a la fuente, alumbrarse con velas, cocinar con pequeñas bombonas de gas, etc.
Las divergencias aparecieron cuando los acusados, Alfonso y Pere J.Q., alquilaron en noviembre de 2003 el piso a Raïssa J.V. -sobrina de los acusados-, sabiendo que lo iba a compartir con las víctimas, Ana María C.S. y Francisco Javier G.D., y otros dos jóvenes por 600 euros al mes.
En abril de 2004 la sobrina de los propietarios dejó el piso, en el que se quedaron los dos denunciantes. Cuando solicitaron cambiar el nombre en el contrato de alquiler, los propietarios les exigieron nuevas condiciones económicas, algo que los inquilinos no aceptaron.
No obstante, a principios de 2005 los propietarios requirieron a los inquilinos que abandonaran la vivienda, aunque estos últimos no lo hicieron al considerar que el contrato de arrendamiento de cinco años seguía vigente. A partir de entonces los acusados empezaron a dificultar la vida diaria de la pareja en el piso.
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