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La corrupción se combate con mayor transparencia

Es 'el principal problema' de la democracia española, señala la Fundación Alternativas en su último informe anual

JUANMA ROMERO

Si la corrupción se desarrolla como esporas en España se debe a una deficiente calidad de la democracia y, sobre todo, a los déficits de transparencia. Una materia pendiente que se ha evidenciado con virulencia en la trama Gürtel y en la constelación de casos de corrupción de los últimos años. La conclusión figura en el IV Informe sobre la Democracia en España –La erosión de la confianza y el bienestar. Contra la desafección–, editado por la Fundación Alternativas. El libro, elaborado por 18 investigadores, fue presentado ayer lunes en Madrid bajo la batuta de Joaquín Almunia.

No es un tema menor. De hecho, tanto la corrupción como la gestión de la crisis económico han hecho caer más la nota global sobre el estado de la democracia española. En 2008, primer año en el que la Fundación Alternativas –próxima al PSOE– hizo la medición, la calificación fue del 6,2. En 2009 menguó dos décimas. Y en 2010, se sitúa en el 5,8, precisamente por el creciente desapego de los ciudadanos hacia la política.

La corrupción “daña de raíz la confianza en las instituciones democráticas”, y “se ha convertido en el principal problema y en la principal insuficiencia de la democracia española”, situación en la que “ha jugado un papel principal el caso Gürtel, que sólo ha afectado al PP”, afirma el informe.

El CIS, en sus barómetros recientes, ha mostrado tal inquietud. En el de mayo, un 18,8% definía la clase política como problema. Almunia, vicepresidente y comisario de Competencia de la UE, decía ayer que “la corrupción es autóctona, no se importa, como la crisis, es siempre insoportable, y hay que erradicarla”.  

¿Cómo? El informe formula una ecuación: a mayor calidad de la democracia, menor corrupción. Y eso implica “un gobierno abierto y que rinde cuentas, sistemas electorales limpios y justos y una sociedad civil estructuralmente democrática”. En concreto, la fundación propone un “rediseño institucional”, que incluiría cambios en la Ley de Financiación de Partidos, más participación interna en las formaciones, “mayor transparencia”, mejor tasación de las incompatibilidades de cargos públicos, mejor control del Estado... El texto recuerda que hay que atajar las dos cabezas de la corrupción: el urbanismo y la contratación pública, de nuevo un rasgo claro de la Gürtel.

Precisamente ese caso ha mermado el potencial de la estrategia del PP. Que los conservadores no hayan rentabilizado el desgaste del Gobierno en su gestión de la crisis, se explica por otros dos factores, “la división interna entre duros y blandos” y la “debilidad del liderazgo de Mariano Rajoy”. Al Ejecutivo se le achaca “improvisación” y un “obstinado discurso optimista, que le ha llevado continuamente a remolque de los datos económicos”. Con todo, el informe concluye que aunque las encuestas favorezcan al PP, la suerte no está echada, ya que “las elecciones generales todavía quedan muy lejos”.

La fundación señala más motivos del desafecto ciudadano: la inexistencia de pactos contra la crisis, la demora en la sentencia del Estatut, la lentitud de la Justicia y unos peores medios de comunicación, menos profesionales e independientes.

La intervención de Joaquín Almunia, ayer, sin preguntas y sin coloquio posterior, pivotó sobre la crisis. Explicó los orígenes y el momento actual, en el que 'la política vuelve', tras años de marginación por los mercados, la misma tesis que sostuvo el jueves pasado Felipe González. Depende de tres aspectos. Uno, la regulación del capital financieros, que no debe ser excesiva para no comprometer el crecimiento. Dos, el reparto de la carga. Y tres, el recorte del gasto. 'El ajuste de las finanzas públicas no hay quien lo dude', defendió el comisario europeo.

Y en ese debate 'se espera a la izquierda'. No para decir si son necesarios o no los tijeretazos -esos comentarios, dijo el comisario, 'son irresponsables'-, sino para que reflexione cómo proceder a los recortes y cómo construir un 'Estado del bienestar de otra naturaleza, del siglo XXI'.

 

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