Este artículo se publicó hace 14 años.
Con la crisis sistémica europea en los talones
La disputa Sarkozy-Merkel ante los problemas de Grecia abre una vía de agua a los mercados
Después de seguir desde primera fila la tragedia griega desde diciembre pasado, los líderes europeos se han dignado a emitir un pobre y mediocre comunicado según el cual "los Estados miembros de la zona euro adoptarán medidas decididas y coordinadas, si es necesario, para salvaguardar la estabilidad financiera en la zona del euro en su conjunto". Un comunicado impotente que certifica el fracaso de la negociación entre Angela Merkel y Nicolas Sarkozy.
Eso sí: todos manifiestan su voluntad de hierro de que el Gobierno griego reduzca el déficit público del 12,7% del producto interior bruto empezando con un recorte del 4% en 2010 y siga adelante cortando otros tantos puntos hasta llegar en 2013 al objetivo del 3%.
El plan de austeridad del gobierno griego, con todas las diferencias que se quiera, no es muy diferente del que ha anunciado el gobierno español
Si por un momento conseguimos que el muerto no se ría del degollado, como suele ocurrir, ha de reconocerse que el plan de austeridad del gobierno griego, con todas las diferencias que se quiera, no es muy diferente del que ha anunciado el gobierno español. Hasta el periódico británico Financial Times, pide a Elena Salgado que no sea más papista que el Papa porque pasarse en la reducción del déficit puede bloquear la recuperación, que, por cierto, no era tan "inminente", es decir en el cuarto trimestre de 2009, como había anunciado Zapatero en su visita alemana de noviembre, en su informe del 10 de diciembre y anteayer mismo, en la sesión del control del Congreso del pasado miércoles.
El fantasma de la crisis sistémica de la deuda pública se pasea por Europa, pues, desde mediados de diciembre y todo lo que hemos conseguido es un comunicado de "solidaridad" y el apoyo a una economía de guerra en términos fiscales. En sus momentos, esta declaración hubiese conseguido frustrar la tentación de los ataques especulativos en Bolsas, divisas y bonos de deuda pública. Pero con esta política titubeante, la eurozona se pone definitivamente en manos de esos mercados.
La crónica de la parálisis de la Comisión Europea, y también, por qué no decirlo, de la presidencia de turno española, precisamente, arranca desde primeros de enero. Jürgen Stark, miembro del consejo del Banco Central Europeo, declara que no habrá un plan de salvamento de Grecia porque el Tratado de Maastricht lo prohíbe (la realidad: no lo contempla como obligación de la eurozona, pero nada dice contra un plan voluntario). Diego López Garrido afirma esos días que los problemas de Grecia pondrían a prueba la coordinación europea, y en línea con Stark añadía: "Pero hay obviamente límites. Por ejemplo, está la regla llamada de "no salvamento" [no bailout] en el tratado de Maastricht. Cada país tiene la responsabilidad de su propio presupuesto..."
Sarkozy cogió en noviembre de 2008 la crisis financiera para realzar su liderazgo. Zapatero podría haber hecho algo parecido con la crisis de Grecia. ¿Temía que ello se confundiera con el "hoy por ti, mañana por mí"? Pero ése, precisamente ése, debía ser el interés de aquellos países que como España, Irlanda, Bélgica y Portugal, están marcados por los inversores y gestores de fondos como los candidatos a seguir a Grecia en una eventual caída. La crisis sistémica era una posibilidad latente. La tenemos en los talones.
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