Este artículo se publicó hace 15 años.
Cristiano inventa el silencio
Oporto 0 - Manchster United 1. El portugués ganó el partido con un precioso zapatazo al inicio.
Cristiano Ronaldo diluyó el miedo con un zapatazo. No le importaron los gritos del enemigo, ni el traicionero resultado que llevaban a sus espaldas tras los descuidos de Old Trafford. No pesó en él que el Oporto tuviese la confianza de saberse ganador a los puntos en la ida, ni el ruido intenso de los silbidos de la grada. Todo le fue indiferente.
Se cuadró a una milla de la portería, miró de reojo a su presa, eligió el lugar oportuno donde poner la bola, disparó y destrozó las ilusiones de un estadio entero. Como si de un mago se tratase, Cristiano convirtió la algarabía en silencio y la esperanza en pesadumbre. No necesitó, aunque sabe hacerlo, un recorte fantasioso o una carrera de más. Sólo seis minutos y precisión en el remate. Por acciones como esa muchos le consideran un elegido.
El Oporto, inofensivo
A partir de ahí, los aficionados del Oporto dejaron de creérselo. En realidad, lo que acababa de hacer Cristiano era devolver la eliminatoria a su estado natural. El United es un equipo superior alos portugueses, por mucha casta y atrevimiento que puedan mostrar los dragones.
El Oporto, voluntarioso, aparecía por las inmediaciones del área inglesa, pero no existían fuerzas suficientes para traspasar la barrera que supone atacar a un grande. Sus balas eran de fogueo y sus cuchillos, de palo.
El United pudo especular, amedrentar con el temple que da la grandeza e, incluso, aparecer alguna vez con más peligro del que los dragones soñaba en sus acciones, como en un remate de Vidic.
No necesitó mucho más, venció como lo hacen los campeones, con un golpe certero y doloroso, tan doloroso para no levantarse más.
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