Este artículo se publicó hace 13 años.
Cuatro escolares ahogados y uno desaparecido en las riadas en Filipinas
Al menos cuatro niños murieron ahogados y otro ha desaparecido en el centro de Filipinas, cuando iban a la escuela, arrastrados por las riadas provocadas por una depresión tropical que ha puesto en alerta a varias provincias, indicaron hoy fuentes oficiales.
El director del Centro Nacional de Desastres, Benito Ramos, indicó que los cinco escolares cruzaban un río para ir a clase ayer en la provincia de Iloilo, cuando se los llevó la fuerte corriente provocada por las lluvias.
Los servicios de rescate hallaron los cuerpos sin vida de cuatro de los niños, tres de ellos hermanos, mientras que buscan al quinto.
El servicio meteorológico (Pagasa), advirtió hoy de que la depresión tropical bautizada por los filipinos como "Ramon" tocará tierra mañana sobre las 14:00 hora local (6:00 GMT) y se espera que se convierta en un tifón en las doce horas siguientes.
Las autoridades filipinas han declarado el nivel de alerta uno en una escala sobre cinco en 18 provincias del centro y el sur del país, y alertaron a la población que reside en áreas más bajas del riesgo de riadas y desprendimientos de tierra.
"Ramon", que se encuentra a 210 kilómetros de la costa este filipina, llega cuando la población del archipiélago pena por recuperarse de los destrozos de los tifones "Nesat" y "Nalgae", que provocaron al menos 101 muertos en menos de una semana.
Los últimos datos del Centro Nacional de Desastres incluyen 27 desaparecidos y daños valorados en unos 15.000 millones de pesos (347 millones de dólares o 254 millones de euros).
Grandes extensiones de terreno aún continúan anegadas y las autoridades han advertido a las poblaciones de algunas zonas que tendrán que soportar estas condiciones adversas por, al menos, un mes antes de que las aguas remitan.
Los expertos de las agencias internacionales identifican el chabolismo como el principal factor del gran número de víctimas que causan en Filipinas los desastres naturales y que evidencian el mal estado de las infraestructuras.
Además, la incontrolada deforestación favorece las riadas y avalanchas de tierra, que son frecuentes durante la estación lluviosa que suele comenzar en mayo y concluir en noviembre.
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