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Una cuestión de dignidad

Además de discriminadas, las deportistas se sienten abandonadas por la Federación. La mayoría de las integrantes de las plantillas de la Superliga desean que la situación cambie

P. Gª. CARPINTERO / N. ROMÁN

El fútbol femenino ha entendido el mensaje y, salvo contadas excepciones, todos sus actores directivos, entrenadores y, por supuesto, jugadoras apoyan la reivindicación del Cáceres. Apelando, entre otros textos legales, a la Constitución, María José López, presidenta del club extremeño, lidera una batalla por la igualdad. Exige que las mujeres puedan tener licencia de futbolista profesional, algo que los estatutos de la Federación no contemplan.

Es una demanda cuya trascendencia va mucho más allá de lo deportivo. 'Para empezar, el fútbol femenino tiene que ser aceptado socialmente. Aún ahora, en los campos, te mandan a fregar platos', asegura Cristina Molina (22 años), portera del Barça, uno de los 16 equipos de la Superliga (máxima categoría).

Su compañera Marta Liria (19), delantera azulgrana, comparte esa percepción: 'Las cosas han evolucionado y mejorado, pero la sociedad sigue siendo machista. Nos piden que nos formemos como futbolistas, pero no podemos dejar nuestros trabajos o estudios para dedicarnos a ello plenamente. Es contradictorio. Además, muchas familias tampoco apoyan a sus hijas'.

Xavi Llorens, entrenador del Barça, es más contundente: 'Simplemente, este país no está acostumbrado al fútbol femenino. La gente lo sigue asociando con el lesbianismo y no es así'.

El catálogo de discriminaciones y agravios les resulta especialmente sangrante cuando se producen en el seno de la Federación. Y no sólo se trata de los artículos 14 y 15 de los estatutos, en los que específicamente se veta el acceso de las mujeres al profesionalismo. Por ejemplo, un jugador de la selección sub-18 cobra una dieta diaria de 120 euros, cuatro veces más que los 30 que percibe cada internacional española absoluta.

El esfuerzo es el mismo

'Nos sentimos un poco marginadas porque hacemos el mismo esfuerzo y sacrificio, incluso más, que los chicos y no tenemos la misma recompensa', denuncia Sara Serna (21), centrocampista del Espanyol.

'A la Federación no le interesa profesionalizar el fútbol femenino. Ojalá que todo lo que está naciendo sirva para algo. Nosotros vamos a apoyar todo lo que sea posible', afirma Rubén Alcaine, director deportivo del Prainsa Zaragoza.

'En un principio la situación está muy regular. Es cierto que hay jugadoras que tienen sueldo, pero no tienen derechos advierte Fernando Mata, directivo del Torrejón (Superliga) y ex delegado del fútbol femenino en la Federación. Esos contratos no tienen validez a la hora de exigir ciertos derechos. A la Federación no le interesa cambiar. Nadie nos apoya y espero que cambie, pero soy pesimista. El Consejo Superior de Deportes, Lissavetz-ky en concreto, nos prometió hace años que si la selección se clasificaba para el Mundial [no ocurrió] abordaría el asunto pero mire como estamos'.

Tampoco es demasiado optimista Silvia Meseguer (20), centrocampista del Espanyol: 'La Federación sabe que el fútbol femenino no tiene mucho empuje y lo deja apartado, no se preocupa. Y no nos quejamos porque tampoco tenemos dónde hacerlo'. Más peleona parece su compañera Olga Moreno (29). 'Apoyaríamos una liga profesional y una lucha en ese sentido, pero necesitamos la ayuda de los de arriba, de los equipos masculinos y de la Federación', asevera la lateral blanquiazul.

Igual se manifiesta Ani Escribano (27), central del Barça:'Apoyaríamos la creación de una liga profesional porque por eso luchamos, aunque nosotras no la lleguemos a disfrutar'.

Garbiñe Etxeberria, entrenadora de la Real Sociedad, confiesa que no sabía que las futbolistas no pueden ser profesionales y opina que 'serlo daría más seguridad a las futbolistas y más seriedad a la Liga. Ahora tenemos presente, pero no futuro. Si se pudieran dedicar profesionalmente, evidentemente mejoraría la competición'.

La profesionalización es algo con lo que sueñan buena parte de las jugadoras de fútbol. Aunque sepan que, de momento, es imposible. 'A mí me encantaría, pero delante hay una montaña', reconoce María Galán, futbolista del Torrelodones (Madrid).

Sin aspavientos, sin gritos, con las seguridad de quienes saben que tienen la razón que les da el innegociable derecho a la igualdad, las futbolistas han puesto en marcha la revolución. 'Está claro que nosotras sabemos dónde estamos, y esperamos que cambie', resume María, jugadora internacional del Barça.

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