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David Cameron vuelve a las raíces conservadoras

El líder conservador alega que la crisis del Reino Unido se produjo por un exceso de intervención del Estado

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

A los demás dirigentes del Partido Conservador les tocó lanzar tenebrosos augurios en el congreso conservador com el anuncio de fuertes recortes del gasto público. El líder, David Cameron, se reservó en el discurso final una versión más optimista de lo que sería un futuro Gobierno británico de los tories.

Cameron quiso dejar claro que el país puede salir del estado de profundo pesimismo en que se encuentra. Para ello, apeló a los valores que se escuchan habitualmente en un congreso conservador: el patriotismo, la familia y la desconfianza hacia todo lo que proceda del Estado.

En una lectura de la crisis financiera que ya no se escucha mucho desde que George Bush abandonó la Casa Blanca, Cameron echó la culpa de la crisis no a la falta de regulación de los mercados financieros sino a lo opuesto: “El Gobierno se hizo demasiado grande, gastó demasiado y dobló la deuda nacional”.

La prioridad no es crear empleo, sino sanear las cuentas públicas. Sí hubo algunos  guiños a los votantes moderados o a los laboristas decepcionados con el Gobierno de Gordon Brown.

El principal: la sanidad pública no se toca. Los conservadores prometen dedicarle los fondos necesarios. Las pensiones también se aumentarán cada año, en lo que es un giro a la política habitual en los años de Thatcher y que será bien recibido en un país que tiene las pensiones más bajas de Europa Occidental.

Los tories lo tendrán más difícil si envían al electorado el mensaje de que lucharán contra la pobreza de forma más efectiva que los laboristas. “Quiero que todos los niños tengan las mismas oportunidades que yo tuve”, dijo poniendo a prueba su credibilidad. Es poco probable que los niños británicos de clase baja y media puedan estudiar en Eton y Oxford, como hizo David Cameron.

Con el viento a favor de las encuestas, el objetivo del discurso era convencer a los británicos de que confíen en Cameron para salir de la crisis. Un sondeo reducía ayer la ventaja de los tories sobre los laboristas a nueve puntos, lo que demuestra que la batalla aún no ha terminado.

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