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Del homo sapiens al 'superhomo', la teoría de la evolución en la ficción televisiva

Algunas series de televisión muestran al ser humano del futuro, el siguiente eslabón de la cadena evolutiva, con facultades como leer la mente o controlar el tiempo y el espacio. La mayoría de las tramas coincide en que ser&aacu

MARÍA JOSÉ ARIAS

Tras haber aprendido a fabricar utensilios, haberse erguido sobre las extremidades inferiores y desarrollado inteligencia, ¿qué viene después en la carrera evolutiva del ser humano? ¿Cuál será el siguiente logro? La ciencia ficción televisiva tiene su propia teoría de la evolución y ve en las habilidades especiales (lo que vienen siendo superpoderes) el futuro de la raza humana. Seres humanos capaces de volar, de controlar el tiempo y el espacio, de leer la mente, de fabricar fuego con solo un chasquido de sus dedos, adivinar el futuro... El catálogo de ‘superpoderes' que los guionistas de las series de televisión son capaces de regalar al futuro de la raza humana es tan amplio como se pueda imaginar.

(Nota: Este texto contiene ‘spoilers' sobre las series que se mencionan en él)

La cadena estadounidense The CW acaba de estrenar The Tomorrow People, remake de una serie británica de los setenta en la que una nueva especie aparece para tomar el relevo del Homo sapiens. De apariencia exactamente igual a la de sus antecesores en la evolución, la 'gente del mañana' (así les bautizan) no tiene cráneos más grandes o más pequeños ni ha aprendido a utilizar según que partes de su cuerpo con fines distintos a los sabidos hasta la fecha. Lo suyo, lo que les diferencia de los sapiens, tiene que ver con lo que llaman las 'tres t'. A saber, telequinesis, teletransportación y telepatía. Es decir, mover cosas con la mente, ir de un sitio a otro solo con quererlo y leerle los pensamientos al vecino. Todas relacionadas con el poder de la mente.

The Tomorrow People se mantiene en la línea de otras series de ciencia ficción que han tratado de lleno el tema de la aparición de una variedad del ser humano como Héroes o Los protegidos. La diferencia es que en la ficción creada por Phil Kremmer se pone coto a los poderes. Son tres y, salvo personajes con visos de Mesías a parte, parece que ninguno de los especímenes conocidos va más allá de las 'tres t', que no se ponen de manifiesto hasta llegada la adolescencia.

Sin entrar a discutir si la serie tiene mayor o menor calidad o si es científica y biológicamente posible, lo cierto es que los conocedores del mundo de los superhéroes y los superpoderes sabrán reconocer que The Tomorrow People cuenta con un plus interesante argumentalmente. Este no es otro que el hecho de que esta nueva especie superior es incapaz de matar. Cuando lo intentan, su cerebro sufre una suerte de migraña descomunal que evita que consuman el acto. Algo que, teniendo en cuenta que son perseguidos para convertirlos en ratas de laboratorio y/o aniquilarles, no deja de ser un hándicap que complica, y mucho, su supervivencia a largo plazo.

Como en todas las series de esta temática, existe cierto trasfondo que busca más lo trascendental. Dejando por un momento al margen el tema de los superpoderes, afloran ciertos temas que tienen mucho que ver con la Historia de la Humanidad. Un grupo poderoso con un líder cruel y temerario al frente que intenta aniquilarlos apartándolos del resto de la Humanidad. Hombres, mujeres y niños que deben enfrentarse al hecho de ser diferentes. Miedo al rechazo. La búsqueda de integración en un mundo que no está preparado para saber de su existencia. La lucha, casi siempre secreta, por la supervivencia. Persiguiéndoles, una organización con más medios y oscuras intenciones que los perseguidos. Da igual que esta se llame Ultra (The Tomorrow People), La compañía (Héroes) o El elefante (Los protegidos).

Lo que varía de una serie a otra es la explicación que tarde o temprano acaban dando los guionistas/creadores sobre el origen de los poderes. En The Tomorrow People se parte de la base de que es una pura cuestión evolutiva (al menos hasta ahora). El siguiente salto en la escala. Nada de retorcidos experimentos o conspiraciones en busca del soldado perfecto. No así en las mencionadas Héroes o Los protegidos. En la primera, que recibió una buena acogida, el drástico descenso de espectadores ante la pérdida de sentido de los guiones hizo que quedase inconclusa sin una explicación cerrada. De lo visto trasciende que un eclipse es el desencadenante de la activación de los poderes.

En Los protegidos, serie que pese a sus defectos también contó con el beneplácito inicial de los espectadores y que lo fue perdiendo a medida que perdía el norte y se liaba sobre sí misma, la culpa de todo la tenía un padre en busca de la cura para la enfermedad de su hijo. Encuentra una posible medicación en base a una planta tan medicinal como mágica cuyo efecto secundario principal es dotar de habilidades paranormales a los sujetos a los que se les inyecta. El doctor cuenta con una ayudante que decide experimentar con el suero aprovechándose de los niños con problemas cardíacos que acuden a su consulta. De ahí que los ‘protegidos' sean todos niños y adolescentes.

Parece haber dos vertientes para conseguir ese nuevo ser humano con habilidades. O se inyecta un elaborado suero como en Los protegidos o la actual Agents of SHIELD o un fenómeno natural sirve de desencadenante como en Héroes o la británica Misfist, en la que una tormenta eléctrica convierte a un grupo de inadaptados que realiza trabajos para la comunidad en gente con poderes.

La visión más compleja y enrevesada de cómo será el hombre del futuro dada hasta la fecha en una serie de televisión ha sido la argumentada en Fringe. La serie creada por J.J. Abrams, Roberto Orci y Alex Kurtzman pasó para muchos desapercibida tras la cegadora estela de Perdidos y no contó, ni de lejos, con el apoyo de su hermana mayor. Pero, el empeño de productores y creadores hizo posible que llegase a una quinta y última temporada en la que explicaba, no sin la perplejidad de quienes la siguieron fielmente, la explicación de quiénes eran los denominados Observadores.

Calvos, sin cejas, vestidos de traje y corbata, con un maletín a cuestas y siempre presentes en los eventos más importantes. Desde el principio levantaron la sospecha de los seguidores de la serie y su existencia dio lugar a variadas teorías sobre su procedencia. ¿Extraterrestres? Pudiera ser. Pero no. (Y aquí comienzan los spoilers de mayor peso). Los Observadores eran humanos de un futuro más allá del año 2600. Se parecían al ser humano porque eran seres humanos. Evolucionados, pero seres humanos al fin y al cabo. A parte de la falta de pelo, la gran diferencia con sus predecesores de hoy en día estaba en su gran intelecto y la ausencia de emociones. Habían evolucionado hasta aniquilar la parte emocional del cerebro para que la materia gris se extendiese. Una inteligencia portentosa, pero nada de empatía.

Los Observadores que se ven en Fringe eran todos del género masculino, sin que quedase claro si en ese futuro sin emociones las mujeres seguían existiendo o se habían extinguido. Sin duda, y a tenor de las explicaciones dadas en la última temporada, no eran necesarias para la reproducción, ya que los futuros Observadores nacían de tubos de ensayo y clonación mediante. Una idea compleja sobre cómo sería el siguiente paso en la escala evolutiva. Más sapiens, pero menos homo.

Esa versión futura del ser humano era tan inteligente que había sido capaz de crear un dispositivo que, implantado en la base del cráneo, les permitía gozar de una visión general de las distintas líneas temporales y compartir sus pensamientos con el resto de sus congéneres sin mediar palabra. Telepatía informática. De ahí que uno de los alocados planes de Peter Bishop (Joshua Jackson) para acabar con ellos fuese el de implantarse uno de esos dispositivos. Una curiosidad con moraleja es el hecho de que estos futuros humanos se hubiesen acostumbrado a vivir en una atmósfera menos pura.

En Fringe, al contrario de lo habitual, los perseguidos no son quienes ostentan los poderes, sino al contrario. Los Observadores se convierten en los megalómanos que intentan doblegar a la especie que consideran inferior y, entre los suyos, tienen por  defectuosos a quienes muestran un mínimo de empatía. De ahí que el pequeño Observador llamado Michael, desechado por los suyos, tuviese la clave para la salvación.

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