Este artículo se publicó hace 17 años.
Del Ponte, una fiscal enérgica y discutida que buscó justicia para las víctimas
La enérgica fiscal Carla del Ponte ha buscado justicia para las víctimas de las guerras de la antigua Yugoslavia de manera tan persistente, y a veces poco diplomática, que se ha ganado apoyos y críticas desde que en 1999 se hizo cargo de la acusación en el Tribunal Penal Internacional de La Haya.
Nacida en Ticino (Suiza) en 1947, sus ocho años de trabajo al frente de la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) le han dejado la satisfacción de llevar a la cárcel a decenas de criminales de guerra, culpables de algunas de las peores atrocidades que conoció Europa tras la II Guerra Mundial.
El último, ayer mismo, el general serbobosnio Dragomir Milosevic, condenado a 33 años de cárcel por su responsabilidad en el asedio de Sarajevo durante la guerra de Bosnia (1992-1995).
Pero Del Ponte se va del puesto para el que la propuso Kofi Annan con la frustración de no haber podido llevar a juicio a los ex líderes político y militar serbobosnios Radovan Karadzic y Ratko Mladic, respectivamente, procesados principalmente por el genocidio de la ciudad bosnia de Srebrenica (1995), en el que fueron asesinados unos 8.000 varones musulmanes.
Durante estos años, han sido constantes sus fricciones con Serbia por su convicción de que las autoridades de Belgrado no cooperaban en su captura, especialmente la de Mladic, aunque también en la de otros fugitivos del tribunal.
Del Ponte tampoco ha ahorrado amonestaciones a los gobiernos occidentales cada vez que ha detectado falta de apoyo para presionar a Serbia.
Por ejemplo, en febrero criticó duramente la ausencia de interés de la comunidad internacional en el trabajo de la corte ante la "total falta de cooperación" de Serbia.
En parte gracias a su tenacidad, la UE dejó claro que ese país no podría dar los pasos necesarios para acercarse a la Unión Europea hasta que demostrara una plena cooperación con el TPIY.
Del Ponte, incluso, levantó la ira del Vaticano cuando acusó a la Iglesia Católica de haber dado protección al general croata Ante Gotovina, acusado de crímenes de guerra y del que la fiscal sospechaba que estuvo escondido durante una temporada en un monasterio franciscano de su país.
Entre las mayores decepciones que cita Del Ponte, está la muerte del ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, del que lamenta que falleció "como un ángel" en su celda, y probablemente de forma voluntaria, antes de ser condenado.
Durante el juicio, el más importante de los que realizó el TPIY, la fiscal fue muy criticada, ya que Milosevic, con una actitud combativa y retadora, se erigió en el protagonista absoluto, y se reprochó a Del Ponte que el caso se le había ido de las manos.
Carla del Ponte ha insistido estos años en que su obsesión constante han sido las víctimas de las guerras balcánicas y no ha dudado en participar en actos como el del décimo aniversario de la masacre de Srebrenica o en intentar abrir con un discurso el proceso por esta matanza.
Un perfil demasiado "político" que también se le ha reprochado en más de una ocasión.
Su próximo destino de embajadora suiza en Buenos Aires le permitirá darse un respiro, tras una carrera volcada en la investigación judicial en procesos nacionales e internacionales sobre crímenes organizados y financieros, terrorismo, narcotráfico, tráfico ilegal de armas o lavado de dinero.
Del Ponte fue fiscal en Suiza y entre los casos más sonados que dirigió están la inculpación de la antigua primera ministra de Pakistán Benazir Bhuto en un delito de blanqueo o la investigación por narcotráfico contra Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente de México.
Durante su trabajo como fiscal general de Suiza, se batió contra las conexiones de la delincuencia internacional y la opaca banca del país alpino.
Esta determinación casi le costó la vida en un atentado de la mafia en Palermo (Italia), dirigido también contra el juez italiano Giovanni Falcone, asesinado más tarde, en mayo de 1992.
Es el estilo habitual de esta mujer que durante su carrera ha sido calificada por sus sucesivos sujetos de investigación como "la puttana" -por la mafia siciliana- o "Cruella del Ponte" por sus enemigos en su período en el TPIY o, simplemente, la "Dama de hierro".
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