Este artículo se publicó hace 16 años.
Los demócratas se traen puesta a Denver la "camiseta verde"
Los demócratas llegan con espíritu "verde" a Denver (Colorado) donde, desde mañana, celebran una Convención que quiere dejar una gran huella en la historia pero ni rastro en el medioambiente.
"Esta será la convención más 'verde', la más sostenible y la de mayor éxito político de la historia", prometió en abril la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
La legisladora demócrata respondía así al órdago lanzado por el alcalde de Denver, el demócrata John Hickenlooper, quien instó a sus correligionarios y a su ciudad a "hacer de esta la convención más ecológica en la historia del planeta".
El mensaje resonó en las filas de un partido que busca convertirse en el paladín de la causa medioambiental tras años de falta de liderazgo en EEUU en la lucha contra el cambio climático.
Aceptado el reto, empezaron los preparativos, supervisados por Andrea Robinson, una ecologista con una larga trayectoria a la que los demócratas contrataron en septiembre del año pasado para coordinar la puesta en marcha de su publicitada convención "verde".
Uno de los principales hitos llegó en marzo, cuando el Pepsi Center, hogar de los Avalanche (hockey sobre hielo) y los Nuggets (baloncesto), y sede de la convención, anunció que se convertiría en el primer estadio completamente ecológico de EEUU.
El centro estará alimentado por energía eólica y recurrirá a los generadores eléctricos tradicionales sólo como último recurso.
Además, los organizadores se han fijado la meta de reciclar o convertir en abono el 85 por ciento de los desperdicios que se generen y tendrán a 900 "voluntarios verdes" a cargo de supervisar que los asistentes tiran la basura en el contenedor correcto.
Fuera del Pepsi Center, habrá una flota de 1.000 bicicletas, que se podrán utilizar de forma gratuita de siete de la mañana a siete de la noche y autobuses híbridos, o impulsados por combustibles biológicos, que trasladarán a los asistentes al evento desde sus hoteles hasta la sede de la convención.
Los hoteles también harán lo propio, al entregar a sus huéspedes tarjetas biodegradables para abrir sus habitaciones, en lugar de las tradicionales de plástico.
Sustainable Cards, la empresa que fabrica las tarjetas ecológicas, calcula que cada año la industria hotelera estadounidense genera 1.300 toneladas de desperdicios plásticos por utilizar tarjetas no reciclables.
A todo lo anterior se suma una calculadora virtual, a la que se puede acceder a través de la página web de la ciudad (www.denver.org) y que permitirá a los asistentes saber cuántas emisiones de CO2 han generado durante su estancia en la convención.
Y además, un 70 por ciento de la comida que se servirá en el Centro Pepsi, donde están prohibidas las frituras, será ecológica o producida por agricultores locales.
Organizar un espectáculo político que además sea políticamente correcto ha planteado también algunos obstáculos insuperables.
Sirva como ejemplo el objetivo inalcanzable de conseguir 15.000 riñoneras para los voluntarios de algodón ecológico que tenían que haber sido fabricadas por trabajadores en una empresa con afiliación sindical y con sede en EEUU.
La conclusión: no existen tales riñoneras.
Los globos biodegradables también han sido un verdadero quebradero de cabeza, al resultar menos ecológicos de lo que prometían, aunque los organizadores han dejado claro que, verdes o no, habrá lluvia de globos.
Los republicanos, que celebrarán su convención en Minesota la próxima semana seguirán muchos de los mismos principios verdes de sus rivales políticos, incluida la utilización de vehículos híbridos y los programas de reciclaje, aunque han sido más discretos a la hora de dar publicidad al carácter ecológico del evento.
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