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La desgarradora mirada de García Rodero se posa en el culto a María Lionza

EFE

El culto a "María Lionza. La diosa de los ojos de agua" atrapó durante diez años a Cristina García Rodero, que muestra más de cien imágenes de este trabajo en la exposición monográfica que la Comunidad de Madrid le dedica con motivo de la concesión del Premio de Cultura.

Incluida en el programa oficial de PhotoEspaña, la exposición revela a través de la desgarradora y experta mirada de García Rodero un profundo estudio de la religiosidad en torno al culto al mítico personaje venezolano.

Con un cuidado montaje que contribuye a la recreación y puesta en escena de los ritos en torno a María Lionza y a potenciar las imágenes de García Rodero, la muestra se articula entorno al agua, el fuego, la tierra en un recorrido en el que también la música contribuye a dar intensidad a las fotografías, la mayoría de ellas inéditas.

Imágenes en blanco y negro y en color -principalmente las relacionadas con el fuego- introducen al visitante en un mundo que fascinó a la artista "por su fuerza, por su intensidad pero también por la sencillez de la gente, por su generosidad y por su ayuda".

Esto provocó que un trabajo que iba a ser corto "se prolongara durante diez años", recordó García Rodero, quien agradeció a Tomás Rodríguez Soto, comisario de la exposición, el haberle puesto en contacto con María Lionza.

"Fue en Caracas, en el Museo de Bellas Artes. Como sabía mi interés por estos temas, me dio a conocer su existencia", afirmó, y señaló que este trabajo es una continuación del que ha venido haciendo desde que comenzó su trayectoria con proyectos como los dedicados a España, Cuba o Haití, este último coincidiendo con el de María Lionza.

La montaña de Sorte, cerca de Chivacoa, en el estado Yaracuy, es uno de los lugares más visitados por los peregrinos durante la Semana Santa. Los devotos acuden para hacerle peticiones a María Lionza, tanto relacionadas con enfermedades, como con problemas de amor o la riqueza y el poder.

Los creyentes eligen un lugar en el bosque o junto al río para construir altares desde donde invocarla. Estos, como se aprecia en las imágenes de García Rodero, se decoran con fotografías, figuras y estatuillas, vasos con ron o aguardiente, tabacos, cigarrillos en cruz, flores, frutos,

Aunque el culto se remonta al siglo XV, antes de la llegada de los españoles a Venezuela, "esta religión se encuentra verdaderamente entramada con la contemporaneidad nacional, a partir de ciertos movimientos sociales surgidos en el siglo XX", afirmó el comisario.

Antiguamente se veneraba a Yara, diosa de la naturaleza y del amor, cuya leyenda sobrevivió a la conquista española, sufriendo algunas modificaciones como la de tomar el nombre católico de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar, denominación que con el paso del tiempo se convertiría en María de la Onza o María Lionza.

"Se trata de un culto muy mestizo" que se ha nutrido de la cultura europea, asiática y africana, conformando un ritual que entremezcla a santos con personajes de la cultura popular venezolana y héroes históricos, a caciques indios, esclavos negros, santos cristianos, así como médicos, militares o delincuentes, señaló Tomás Rodríguez.

Según el comisario "las imágenes de Cristina dan pasos hacia una fotografía que si bien muestra evidencias, hace énfasis en lo inmaterial, en aquello que la cámara apenas alcanza a sugerir, ventilando ante nosotros su intuitiva percepción del momento y sus connotaciones". Su trabajo, aseguró, no solo interesa por su registro "sino por su aproximación a una situación social en momentos clave".

Considerada como una de las fotógrafas más destacadas y reconocidas dentro del panorama artístico nacional e internacional, Cristina García Rodero (1949, Puertollano, Ciudad Real) es uno de los mayores exponentes de la corriente documental iniciada en España en los años setenta.

En 1973 inició un trabajo de investigación sobre las fiestas, tradiciones y ritos en España. El proyecto se vio reflejado en "España oculta", obra que recibió el Premio al Mejor Libro de Fotografía de Arlès (Francia), el premio Kodak Fotobuchpreis, en Sttutgart (Alemania) o el World Press Photo 1993.

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