Este artículo se publicó hace 14 años.
El tiempo detenido: tres pueblos medievales del reino de Aragón
De norte a sur. De Huesca a Teruel, pasando por Zaragoza. Alquézar, Daroca y Albarracín resumen siglos de historia y conservan los ecos de leyendas y batallas que aún resuenan en sus calles. Donde el tiempo parece detenido y sin embar
Es la villa más monumental de la sierra de Guara. Sus orígenes se remontan a un fortín musulmán encaramado a lo alto de un cerro rodeado por el cañón del río Vero. Pero hoy se enseñorea su colegiata, mitad castillo, mitad templo, arropada por una larga muralla almenada. El pueblo mantiene su empaque medieval, lleno de callejas, arcadas, soportales y casonas con escudos de piedra.
El casco urbano ha adaptado forma de media luna para adaptarse a la forma del peñón sobre el que se asienta el pueblo. Restaurantes, tiendas de recuerdos y empresas de turismo activo contribuyen a hacer de Alquézar el gran centro turístico de la sierra de Guara. La plaza Vieja y sus soportales es el gran espacio urbano donde se celebraban los mercados.
Como escapada cercana el Parque Cultural del Río Vero guarda numerosas cuevas con pinturas rupestres. Y el cañón del río Guara es una de las mecas del barranquismo.
Albarracín
Colgada sobre las gargantas labradas por las aguas del río Guadalaviar, Albarracín es uno de los conjuntos histórico-artísticos más interesantes de nuestro país. Su estampa aparece recortada por un cinturón de murallas que encierran un casco urbano del mismo color de la tierra que lo rodea. No queda más remedio que acercarse y pasear unas horas por sus estrechas y empinadas callejas.
Se inicia el recorrido en la misma plaza Mayor, de planta irregular, con soportales y balcones corridos, con edificios llenos de historia, entre los que destacan el Ayuntamiento y varios palacios del siglo XVII. Desde aquí da un poco igual qué camino tomar, todos resultan igual de sugerentes. Nos encontraremos con su catedral gótica, que conserva un excelente retablo mayor del siglo XVI y una soberbia sillería en el coro. Además saldrán a nuestro paso el Palacio Episcopal, el Convento de San Esteban, las iglesias de Santiago y Santa María, así como con algunas casas singulares, como la de la Julianeta, la del Chorro y la de la calle Azagra. El portal de Molina es la calle más famosa y transitada de la localidad, donde las fachadas de color rojizo y terroso de las casas se inclinan hacia la calle.
Las pinturas rupestres del Pinar del Rodeno y la exuberante naturaleza de los Montes Universales son escapadas muy recomendables en un entorno cercano.
Daroca
A orillas del río Jiloca se eleva su imponente recinto amurallado que siglos atrás sirvió de parapeto fronterizo en las múltiples escaramuzas de reconquista. La gran muralla, con casi cuatro kilómetros de perímetro todavía protege en su interior un casco histórico con más de cincuenta monumentos. Las puertas principales son la Puerta Alta y la Puerta Baja y su templo más visitado la iglesia de Santa María, famosa por el milagro de los Corporales. Milagro acaecido en el siglo XIII por el que, durante un ataque por sorpresa de las tropas moras, las hostias sagradas escondidas por un cura en un corporal (tela que se coloca bajo el cáliz) se convirtieron en sangre. Hoy se venera en una custodia-relicario del siglo XIV.
En sus alrededores se encuentra la Laguna de Gallocanta, una de las más grandes extensiones de agua salada de la península, en la que contemplar en primavera y otoño las cada vez más numerosas grullas procedentes del norte de Europa.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.