Este artículo se publicó hace 14 años.
Dilma Rousseff evita hablar de una victoria en la primera vuelta
La candidata oficialista a la Presidencia brasileña, Dilma Rousseff, evitó comentar hoy la posibilidad de ganar la jefatura del Estado en la primera vuelta electoral que se celebrará mañana y negó que sus partidarios ya tengan una fiesta preparada.
"Nadie está preparando una fiesta. Tenemos mucho respeto por el proceso electoral", dijo Rousseff a periodistas en Sao Bernardo do Campo, ciudad vecina de Sao Paulo, donde hoy participó en una caminata con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, quien la escogió a dedo como la candidata a sucederle.
La candidata del Partido de los Trabajadores (PT) agregó que el electorado es quien decide si la elige y si en la primera o en la segunda vuelta y por eso "es prudente aguardar".
Pese a que todas las encuestas señalan a la aspirante oficialista como la máxima favorita a imponerse en las elecciones de mañana, existen dudas sobre si alcanzará la mitad más uno de los votos válidos necesarios para garantizar la elección sin tener que acudir a la segunda vuelta, el 31 de octubre.
La última encuesta de la firma Datafolha, realizada entre el martes y el miércoles pasados, le atribuía a la candidata apadrinada por Lula el 52 por ciento de los votos válidos, pero como el sondeo tiene un margen de error de dos puntos porcentuales, estaría en el límite para ganar la presidencia en la primera vuelta.
Su intención de voto, de cualquier forma, es muy superior a la de sus dos principales rivales: José Serra, candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), quien obtendría el 31 por ciento de los votos válidos, y la senadora Marina Silva, del Partido Verde (PV), que tendría el 15 por ciento.
Antes de participar en la caminata en Sao Bernardo do Campo, la ciudad donde Lula comenzó su vida sindical y política, Rousseff le pidió a los brasileños que voten por la continuidad del actual Gobierno.
La candidata oficialista, favorecida por la popularidad récord de Lula, por los programas sociales del Gobierno y por el buen momento de la economía brasileña, aseguró que el país tiene la posibilidad de convertirse en una de las mayores economías del mundo en caso de que consiga darle continuidad a la actual administración.
Rousseff, una ex militante de movimientos clandestinos que llegó a ser encarcelada y torturada por el régimen militar (1964-1985), aprovechó las declaraciones para defender la libertad de prensa, cuestionada recientemente por el Gobierno, y afirmó que prefiere "mil veces las voces críticas al silencio de la dictadura".
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