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La discreción de Cruyff, el escondite de Maradona y la fiesta de la grada

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El Cataluña-Argentina sirvió para cerrar el año en el Camp Nou, un inmejorable 2009 para el Barcelona, para reunir en torno a un mismo partido a dos leyendas del fútbol, Johan Cruyff y Diego Armando Maradona, y para que la afición catalana volviese a disfrutar de una noche festiva y reivindicativa.

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Aunque oficialmente, no hubo duelo Maradona-Cruyff. El seleccionador argentino, sancionado por la FIFA, vio el partido desde la grada. Teóricamente, como un espectador más, escondido en la grada, desesperado con los errores de sus jugadores, alejado de los focos por prescripción de los abogados de la AFA, temerosos de incumplir el castigo y arriesgarse a una sanción mayor.

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Pero ni las cámaras ni las fotos se olvidaron del 'Pelusa'. En el descanso, Maradona volvió a ser Maradona y apareció en el palco de autoridades, desde donde vieron el partido los políticos de turno, entre ellos el presidente de la Generalitat y del Parlament, José Montilla y Ernest Benach, junto al presidente de la AFA, Julio Grondona, y el del Barcelona, Joan Laporta.

Unos metros más abajo, Johan Cruyff vivió con normalidad su regreso al banquillo del Barcelona, donde fue destituido en mayo de 1996. Discreto en las órdenes a los jugadores, apenas salió del banquillo, ni siquiera para celebrar los goles de Cataluña, siempre acompañado de su segundo, el ex jugador Óscar García, como si nunca hubiera dejado de vivir cerca del césped.

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Las gradas del Camp Nou volvieron a poblarse de 'senyeras' y de pancartas reivindicativas, como es costumbre en todos los partidos de la selección catalana. Entre los jugadores más aclamados, Oleguer Presas, ex del Barça y ahora en el Ajax, convertido en un símbolo catalanista después de posicionarse en numerosas ocasiones a favor de la oficialidad.

El gol norte, en cambio, fue propiedad de la afición argentina, enérgica en el comienzo del partido, apagada a medida que su equipo se veía superado por el entusiasmo de Cataluña.

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Alrededor de tres mil seguidores albicelestes colorearon el fondo norte del estadio. Hubo referencias a Boca Juniors, River Independiente y Estudiantes, entre otros equipo, y por supuesto a ciudades como Mendoza o Ponferrada.

En la tribuna de prensa, los periodistas argentinos volvieron a demostrar que la albiceleste es mucho más que una selección nacional. Poblaron la zona reservada a los periodistas en buen número, lamentando la ausencia de Messi, volcados como siempre en el seguimiento del equipo, por más amistoso que fuese el partido del Camp Nou.

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Sin Messi, por cierto, la Federación Catalana de Fútbol (FCF) se ahorró 200.000 euros. El acuerdo con la AFA contemplaba que si Argentina no podía contar con el Balón de Oro, la FCF no abonaría el millón de euros del caché, sino 800.000.

Muy preocupado por cómo reaccionaría el público, el presidente de la FCF, Jordi Casals, fue uno más de los 53.000 espectadores que vieron el partido en directo. No fue una cifra extraordinaria. La respuesta de la afición se quedó a medio camino, por debajo de lo esperado inicialmente por la FCF, pero por encima de las previsiones de última hora, porque dos días antes del partido sólo se habían vendido 30.000 localidades.

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