Este artículo se publicó hace 13 años.
Doble bofetada de Trichet
Rodríguez Zapatero vive uno de sus momentos de mayor popularidad fuera de España
No es ningún secreto que al negarle el pan y la sal a Zapatero, los medios de comunicación de la derecha tratan de destacar lo menos posible, cuando no de ocultar, un hecho político sugerente: la impopularidad interna del presidente se corresponde con uno de los periodos de mayor popularidad entre los gobiernos de la eurozona, los bancos de inversión y los medios de comunicación anglosajones, sobre todo de aquellos que suelen ser el altavoz de los mercados. Para estos últimos, que la deuda pública española se venda mejor después de un colapso ya anunciado como el de Portugal no ha sido estrictamente una sorpresa sino la confirmación de lo que vaticinaban.
El pasado 7 de marzo, Morgan Stanley apuntaba: "Creemos que las políticas que España ha puesto en práctica en varios frentes estructurales no es apreciado por la mayoría. Hay posibilidades de que los inversores se vean sorprendidos positivamente por los efectos de los cambios de política en la economía española".
El PP está celoso porque Zapatero aplica su programa de austeridad
El vaticinio del banco de inversiones norteamericano fue abriéndose camino. El 30 de marzo, Michael Schuman, el columnista de la revista Time, que ha escrito sobre la crisis económica española, se preguntaba: "¿Puede José Luis Rodríguez Zapatero salvar al euro? ¿Puede Zapatero jugar a héroe?". Su respuesta: "La buena noticia es que parece estar haciendo progreso en solucionar los problemas de España e, incluso más, como mínimo, estabilizar los sentimientos de los inversores hacia su país. Esto puede cambiar en un instante, por supuesto, pero parece que por ahora Madrid está en proceso de elevar una barrera entre los más débiles de los PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) y el resto de Europa".
El relato de Schuman es instructivo. "Zapatero merece una gran parte del crédito. Cuando estuve el pasado mes de mayo en España, los analistas y hombres de negocios tenían poca fe en que Zapatero tendría el músculo político para impulsar las reformas que el país tanto necesitaba. La desconfianza en el presidente del Gobierno español estaba equivocada". Y el pasado jueves, Schuman perseveraba. "Con la caída de Portugal, el próximo país en el foco es España. Hay buenas noticias. Gracias a las reformas, los inversores diferencian a España del resto de los países periféricos. Los bonos españoles no se han visto contagiados, lo que aumenta las esperanzas de que Madrid pueda proteger el resto de la eurozona y frenar el contagio. Aunque España todavía no está fuera de peligro tampoco, porque tiene que resolver la crisis de su sistema bancario".
Pero así se elija el Financial Times o The Wall Street Journal, el FMI, la Comisión Europea, la OCDE o el Eurogrupo, el consenso es total: Zapatero ha aplicado con fuerza las medidas que se le pedían. En este consenso hay prácticamente una excepción: el Partido Popular. Celoso porque Zapatero ha aplicado su programa de austeridad, el PP evita hablar de la "confianza" que ha recuperado Zapatero porque su lema es que el único que puede traer confianza es Mariano Rajoy.
Trichet pone su grano de arena para que la salida de la crisis sea más difícil
Emilio Botín, presidente del Banco Santander, y ahora Francisco González, del BBVA, sacan partido a una de las acepciones del "pato cojo" en la política norteamericana, aquella según la cual un presidente que ya no va a repetir como candidato carecerá de escrúpulos para aplicar ciertas medidas por más antipopulares que sean. Ambos banqueros exigen que se lleven a cabo las reformas en el año de mandato que queda y lo más rápido posible. Es verdad que ello pondrá todavía más obstáculos al próximo candidato del PSOE, pero esto no es un problema para los banqueros. Saben que Rajoy continuará, o redoblará si es necesario, la obra de Zapatero.
"No hay que cantar victoria todavía, hay duro trabajo por delante antes de sacarse de encima los efluvios de los países periféricos", advertía el pasado jueves Financial Times. Ni que lo diga: el comienzo del ciclo de subida de tipos de interés del BCE empina todavía más la cuesta para Sísifo, que tiene que cargar con la enorme deuda (pública y privada) sobre sus espaldas. Una deuda que ahora, lógicamente, se va a encarecer más.
Esta subida evoca la de julio de 2008, cuando poco después se supo que el BCE había subido los tipos después de que la economía de la Eurozona, en el segundo trimestre de dicho año, había registrado las primeras tasas negativas. Como en aquellas fechas, Trichet vuelve a equivocarse. O no. Simplemente, pretende reforzar la austeridad fiscal, que le parece todavía floja, a través de una política monetaria más dura.
Si en 2002 Trichet rebajó los tipos de interés al 2% para ayudar a Alemania a dejar atrás la recesión y con ello echó las bases de la burbuja inmobiliaria española e irlandesa, ahora, cuando España intenta a duras penas abandonar la recesión, ha vuelto a poner su grano de arena para hacer esa salida todavía más difícil. La subida, y las que vengan, que benefician a Alemania, supondrá para unas familias hipotecadas con referencia al euríbor, en el contexto de caída generalizada de los salarios y una tasa de paro superior al 20%, un nuevo golpe para la renta disponible de las familias, perpetuando el estancamiento.
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