Este artículo se publicó hace 13 años.
Doce millones de personas siguen en el limbo legal de los apátridas
Albert Einstein, Alexander Solzhenitsin o el "Che" Guevara tuvieron un destino compartido a lo largo de sus vidas, el de apátridas, la misma condición que siguen sufriendo hoy en el mundo doce millones de personas sin derecho a pasaporte.
El problema de los "sin patria" tuvo su apogeo en el periodo de entreguerras y tras la II Guerra Mundial, pero dejó de tener un impacto en la opinión pública internacional en la segunda mitad del siglo XX, pese al alto número de personas que viven en este "limbo".
Por esta razón, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) lanzó hoy una campaña con la que quiere volver a concienciar sobre esta situación con motivo del 50 aniversario de la aprobación de la Convención sobre Apátridas.
Técnicamente, los apátridas no son ciudadanos de ningún país, lo que acarrea dramas humanos, ya que las personas en esta situación carecen en la mayoría de los casos de derechos básicos, como la vivienda, la educación, la sanidad o el acceso al trabajo.
Son personas que por lo general no pueden comprar una propiedad, no pueden abrir una cuenta de banco, no pueden casarse y ni siquiera registrar el nacimiento de sus hijos, siendo habituales los largos periodos de confinamiento al no poder demostrar su procedencia.
La película "La Terminal" (Steven Spielberg, 2004), en la que un ciudadano del este de Europa protagonizado por Tom Hanks queda atrapado en el aeropuerto de Nueva York porque un golpe de Estado en su país le ha dejado sin nacionalidad, volvió a sacar brevemente a la superficie este problema, pero ACNUR considera que hay mucho por hacer.
"Esta gente necesita ayuda de manera desesperada porque vive en un limbo legal de pesadilla", manifestó el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, el portugués Antonio Guterres.
Se trata, según Guterres, de algunas de las personas "más marginadas en el mundo", colectivos "que llevan siendo marginados desde hace generaciones, creando un gran estrés en las sociedades en las que viven y siendo fuente, en algunos casos, de conflicto".
ACNUR cifra en 12 millones a las personas sin nacionalidad, aunque reconoce que establecer un número exacto es muy difícil por la falta de información fiable y por las distintas definiciones de lo que significa desde un punto de vista legal la condición de apátrida.
Este organismo ha constatado que el problema es especialmente serio en el sudeste asiático, Asia Central, Europa del Este y Oriente Medio, aunque advierte de que el de los apátridas es "un problema que no sabe de fronteras ni de estilos de vida".
No tener nacionalidad puede deberse a varios motivos.
Puede ocurrir por renuncia, sin adquisición de una nueva nacionalidad, o porque la persona en cuestión nunca la tuvo, algo que sucedería a un niño nacido en un Estado que determina su nacionalidad por el "ius sanguinis" y cuyos padres son ciudadanos de un Estado que establece el "ius solis" para dar la nacionalidad.
Fue algo que afectó durante algún tiempo a 200.000 niños brasileños nacidos en el extranjero, ya que la Constitución exigía que los menores hijos de brasileños nacidos en el extranjero residieran en Brasil para poder obtener la nacionalidad.
El problema, que en el caso de Brasil quedó solucionado tras la aprobación de una enmienda constitucional en 2007, se creaba en el caso de los niños que nacían en países que no reconocían el derecho a la nacionalidad únicamente por el nacimiento en su territorio.
Pero las causas más habituales en las últimas décadas, según el responsable de la Unidad de Apátridas de ACNUR, Mark Manly, son la formación de nuevos estados -como el caso reciente de Sudán del Sur-, la transferencia de territorios o el cambio de fronteras.
Manly recordó la hecatombe de la década de 1990, cuando la caída del bloque soviético convirtió en apátridas a cientos de miles de ciudadanos de las desaparecidas URSS, Yugoslavia y Checoslovaquia.
"La mayoría de los casos en esa región se resolvieron", señaló el experto de ACNUR, quien recordó no obstante que actualmente miles de gitanos europeos siguen viviendo sin tener un pasaporte.
Como suele ser habitual, las mujeres son discriminadas por el mero hecho de serlo y en muchos países pierden la nacionalidad si se casan con extranjeros, lo que puede afectar también a sus hijos.
ACNUR subrayó que en una treintena de países las leyes sobre nacionalidad siguen discriminando a las mujeres, aunque se felicitó por los cambios legales en Egipto (2004), Indonesia (2006), Bangladesh (2009), Kenia (2010) y Túnez (2010) para garantizar que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres.
Pero el gran problema es la falta de voluntad de los estados, ya que de los 193 países miembros de la ONU solo 66 han firmado la Convención sobre el Estatus de las Personas Apátridas (1954), que establece unos derechos básicos para estas personas, y solo 38 han suscrito la Convención sobre Apátridas que cumple ahora medio siglo.
"Es vergonzoso que millones de personas vivan sin nacionalidad, un derecho humano básico", dijo Guterres, quien lamentó que un problema de esta envergadura pase desapercibido.
Por Fernando Puchol.
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