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La economía necesita 7 millones de inmigrantes hasta 2030

Si se congelara la entrada de extranjeros, el sistema de pensiones tendría problemas ya en 2015

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La llegada de inmigrantes ha sido imprescindible para completar la pasada década de bonanza económica, y lo seguirá siendo en el futuro para garantizar la viabilidad del sistema de pensiones actual. Según los últimos cálculos de la Comisión Europea, España necesita recibir al menos siete millones de inmigrantes en los próximos 20 años para que su tasa de dependencia (que mide el número de pensionistas frente a los activos) se quede en el 34%, es decir, que por cada 100 personas que trabajen haya 34 jubilados.

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Según el informe de Bruselas, los nacimientos en este periodo de tiempo apenas compensarán las defunciones, y sólo la entrada de extranjeros logrará aumentar la población activa y contribuyente a la Seguridad Social en las próximas dos décadas.

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La tasa de dependencia española llegaría al 34% en 2030

Gracias a este flujo migratorio, la tasa de dependencia española se quedará algo por debajo de la media europea (38%). Las peores tasas las registrarán los países nórdicos y Alemania, donde para 2030 habrá hasta 46 jubilados por cada 100 personas activas.

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También hay diferencias entres las comunidades autonómas. El informe recoge que Asturias será una de las regiones más envejecidas de Europa en 20 años. Esto hará que su tasa de dependencia llegue al 50% en 2030, la más alta de España. En el lado contrario, Murcia tendrá un importante aumento de población y en dos décadas sólo habrá 26 mayores por cada 100 jóvenes.

Los pronósticos de la UE están en línea con los elaborados hace escasos meses por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), que calcula que para 2030 la tasa de dependencia estará en el 33%. Pero, Fedea va más allá y realiza sus pronósticos hasta 2050, cuando esta tasa se dispara al 48,7% de la población.

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El porcentaje será todavía más alto en Alemania y los países nórdicos

Según estos expertos, si no hubiera inmigración, esta tasa aumentaría en un 35% más y se pondría en entredicho la actividad económica, ya que se reduciría en un tercio el capital humano disponible para trabajar. Para evitarlo, consideran que en 2020 debería haber alrededor de 10,7 millones de inmigrantes en España, casi cinco millones más de los que viven actualmente.

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La Seguridad Social también ha hecho sus propios cálculos de lo que puede suponer la contribución, o ausencia, de los inmigrantes en las próximas décadas. En un estudio encargado por el Ministerio de Trabajo a Zenón Jiménez-Ridruejo, catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad de Valladolid, se recogen varios escenarios posibles. Por ejemplo, se analiza qué pasará si la entrada de inmigrantes se frenara hasta cortarse en 2025.

Con la inmigración, las pensiones aguantarían bien hasta 2030

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Con este panorama, asistiríamos a lo que el catedrático llama "formidable envejecimiento" de la población y la tasa de dependencia se dispararía hasta casi 74 mayores por cada 100 activos, una cifra "imposible de soportar" (en el escenario base, la tasa de dependencia se quedará en el 54% en 2050). Así, el gasto en pensiones supondría un 17,34% de la riqueza nacional. Además, en caso de que no hubiera inmigración, Jiménez-Ridruejo cree que el fondo de pensiones entraría en apuros en 2015, dentro de tan sólo cinco años, cuando las estimaciones oficiales calculan que no habrá que echar mano de la hucha hasta 2023.

Si se mantienen las proyecciones actuales de inmigración, es decir, que en 20 años entren más de siete millones de nuevos trabajadores extranjeros, el catedrático es optimista con que la sostenibilidad de la hucha de pensiones puede estar garantizada hasta 2030 e incluso 2035.

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Aunque la crisis haya destruido 1,8 millones de empleos, los expertos dicen que en proyecciones para periodos largos de tiempo, una coyuntura difícil de dos años como la actual apenas alteraría las estimaciones.

Si los extranjeros entraran al mismo ritmo, bajaría el gasto en pensiones

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El informe de Trabajo también contempla un escenario muy diferente: que se continúe recibiendo inmigrantes al mismo ritmo que en la última década, esto es, casi 600.000 cada año. Así, la población llegaría a 70 millones de personas en 2050, de los que 41 millones estarían en activo. En esos niveles, la tasa de dependencia bajaría del 54% al 42% y el gasto en pensiones se quedaríaen tan sólo un 8,8% del PIB.

El estudio del catedrático mide también la influencia de variables, como la natalidad o la longevidad. Una de las posibilidades es que la natalidad suba hasta que las residentes en España lleguen a tener dos hijos por mujer. En este supuesto, la tasa de dependencia podría incluso disminuir a partir de 2055 y el gasto en pensiones sería menor. Si la longevidad aumentara hasta que la esperanza media de vida fuera de 87 años en 2050, la repercusión sería muy escasa. Por eso, Jiménez-Ridruejo considera que la sostenibilidad del sistema es más sensible a los cambios migratorios que a las variaciones de longevidad, productividad o fecundidad.

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La incorporación de trabajadores influye en las pensiones más que la fecundidad

Los diversos estudios llegan a una conclusión común: la inmigración ha dilatado y dilatará la sostenibilidad del sistema de pensiones. Al menos hasta 2045, las migraciones contribuyen al sistema de pensiones. Sin embargo, más allá de esta fecha el número de inmigrantes que se jubila comienza a crecer. La conversión de los inmigrantes en pensionistas (que comenzará en 2030) tiene un efecto más lento sobre el Fondo de Pensiones ya que sus pensiones son más bajas.

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En cualquier caso, los expertos recuerdan que se deben tomar medidas complementarias para alargar la duración de la hucha de las pensiones. Entre sus propuestas figura la de aumentar el cálculo de la vida laboral. En el informe encargado por el Gobierno, se pronostica que elevarlo de 15 a 30 años supondría reducir en la práctica el pago de la pensión media. También se maneja la posibilidad de eliminar las jubilaciones anticipadas lo que reduciría el número de retirados pero subiría la pensión media. Si la jubilación se ampliara a los 70 años, se desplazaría "el problema en el tiempo y aligeraría la carga". Pero noen exceso, según el autor.

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