Este artículo se publicó hace 16 años.
Ecuador vota en un referéndum sobre la nueva Constitución
Casi 10 millones de ecuatorianos están llamados a pronunciarse en las urnas el domingo sobre la nueva Constitución que impulsa el presidente Rafael Correa, al que los últimos sondeos dan ventaja para aprobar su proyecto "socialista del siglo XXI".
El referendo que podría suponer un histórico giro hacia la izquierda de la inestable nación andina, pese a la oposición de los débiles partidos políticos tradicionales, la Iglesia Católica y asociaciones empresariales.
"Nunca antes en la historia se ha discutido tanto de lo que queremos como país, sobre los principios sobre los que vamos a constituir nuestro proyecto de bien común", dijo Correa en su alocución sabatina de radio y televisión.
Tras 20 meses en el poder, el presidente conserva elevados niveles de popularidad, sobre todo entre la mayoría pobre del país a la que ha destinado multimillonarios proyectos sociales financiados con la renta petrolera, que según los analistas serán clave en los comicios del domingo.
Según un sondeo difundido el sábado por Cedatos-Gallup, el texto constitucional sería aprobado por un 61,2 por ciento de los electores; mientras que la encuesta de Santiago Pérez, contratada por el Gobierno, prevé que un 58 por ciento de los ecuatorianos respalde el proyecto en las urnas.
La nueva Carta Magna incrementa el control del Estado sobre sectores estratégicos de la economía ecuatoriana, basada en las exportaciones de crudo y las remesas que envían los millones de ecuatorianos que emigraron a Estados Unidos y Europa huyendo de las recurrentes crisis económicas y políticas.
Además, promete una mayor participación de los ciudadanos en la toma de decisiones, otorga al mandatario izquierdista amplias atribuciones ejecutivas y le abre la puerta para gobernar por dos nuevos mandatos consecutivos, que le permitirían permanecer en el poder hasta 2017.
Aunque Correa asegura que el nuevo texto es la última oportunidad para salir de la "larga y triste noche neoliberal" que arruinó al pequeño país de 14 millones de habitantes. sus adversarios denuncian que lo utilizará para seguir los pasos de su amigo y aliado venezolano Hugo Chávez.
La debilitada oposición podría lograr una simbólica victoria en la ciudad porteña de Guayaquil, su fortín electoral desde el que promete resistir el "socialismo autoritario" del Gobierno llamando a la desobediencia civil.
Sin embargo, los expertos descartan que se pueda repetir un escenario similar al de Bolivia, donde los adversarios del líder indígena Evo Morales también tratan de evitar la aprobación de una nueva Constitución y piden la autonomía de las regiones ricas donde gobiernan.
Pese a su sintonía política con Chávez y Morales, los analistas ven a Correa como un socialista menos radical, que ha alejado la posibilidad de nacionalizar los recursos naturales del país y que exhibe una crítica pragmática hacia Estados Unidos.
Correa debe lograr que los votos favorables a su proyecto de 444 artículos superen a los sufragios negativos, nulos y blancos, tras una agresiva campaña mediática marcada por duras acusaciones mutuas, aunque sin enfrentamientos en las calles.
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