Este artículo se publicó hace 14 años.
Egipto enseña sus credenciales en la Copa África
El estadio Ombaka en Benguela fue el escenario del partido de la jornada, el que enfrentó a Nigeria, una de las selecciones aspirantes, con Egipto, la vigente campeona, que cuajó un partido muy serio y no se dejó sorprender para acabar por imponerse por 3-1.
Difícil que ambas selecciones no acaben por clasificarse para la siguiente ronda de la Copa de África que se disputa en Angola, pues comparten grupo con Mozambique y Benin, dos selecciones menores, pero el de hoy era uno de esos partidos que dejan huella, de los que pueden definir todo un campeonato.
Ambas selecciones llevaban dieciséis años sin medir su fútbol y Egipto no conseguía vencer a Nigeria desde 1977. Sobre la hierba había, pues, algo más que tres puntos.
Jugaron desde el minuto uno ambos equipos a tumba abierta un partido de ida y vuelta, de remates al primer pase, de músculo y fuerza; ambos bien expuestos.
No se había cumplido un cuarto de hora cuando Nigeria dio primero por medio de Obasi, que alojó el balón en la red egipcia con un disparo cruzado desde el pico derecho del área.
Egipto no acusó el golpe sino que continuó desplegando con fe un juego ordenado en defensa y descarado al contragolpe, con transiciones veloces e intencionadas. Cuesta creer que esta selección no vaya a disputar el Mundial de Sudáfrica, que haya caído en la repesca contra Argelia, ayer un equipo del montón.
Así que poco después de la media hora Hassan vio un hueco en la defensa nigeriana y le colocó un balón a Meteer, que regateó al portero e hizo el empate.
A los nueve minutos del segundo acto Hassan, el capitán, hizo el segundo para Egipto en carrera, con un disparo cruzado desde 17 metros tras recibir un pase del Zidan, el hombre del partido.
El fútbol nigeriano se desdibujó entonces por cuanto dejó de ser coral y cada uno trató se resolver a su manera, casi siempre con disparos desde la distancia, fáciles para El Hadary, quien vio pasar la mayoría de los balones muy lejos de sus palos.
Lo intentó Kanu, recambio de segundas partes, y varias veces Taiwo, incansable en sus galopadas por la banda izquierda viniendo desde su misma portería, pero ya eran fuegos de artificio y la imaginación escaseaba en Nigeria cuando el balón rondaba el balcón del área egipcia.
En medio del desorden nigeriano encontró un erial Zidan, delantero atlético y dinámico, con la portería entre ceja y ceja, un hombre que arma la pierna en un pestañeo y que, aunque lo intentó con empeño, no acabó de hacer su gol.
Con todo, a favor del viento se sentía mucho más cómoda Egipto, que supo manejar el tempo del partido, imprimirle alegría cuando intuía la espalda de Nigeria, provocar faltas tácticas para cortarle el ritmo y salir a la contra con pases largos para que probaran suerte sus delanteros.
Así llegó el tercero, a dos minutos de la bocina, obra de Gedo, jugador del Etehad, que recibió en carrera al espacio libre, casi un boquete, y soltó la pierna derecha desde fuera del área para cruzar el balón ajustado a la cepa del poste.
Con ese gol, Egipto abrochaba un partido que había cocinado a empellones, que es como construyó su fútbol musculoso y atrevido, rápido y descarado.
Quedaba el segundo partido de la jornada, el que enfrentó e Benin y Mozambique, dos selecciones con un fútbol alegre pero romo, cuya clasificación para la siguiente ronda sería una sorpresa mayúscula, pero cuyo empate a dos goles les deja pocas opciones de convertirse en alternativa en el grupo C.
Los dos primeros goles fueron de Benin, uno de penalti, obra de Omotoyossi, y el otro en propia puerta, tras un despeje fallido de Khan.
Respondió Mozambique con un tanto de Lobo, a la media hora, y con otro de Gonzalves diez minutos después de la reanudación, y el partido se fue muriendo con ocasiones para ambos equipos que nunca llegaron a la red.
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