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Los empresarios catalanes prefieren que la vicepresidenta gestione la crisis

ANA PARDO DE VERA

Si alguien ha conseguido abrir un resquicio para que entre algo de luz en la cerrada crisis institucional entre el Gobierno y la Generalitat han sido los empresarios catalanes, admite en líneas generales el propio sector, que no tiene empacho en arrogarse el mérito, si hubiera alguno. Y explican esta afirmación apelando al puro pragmatismo: 'La pela es la pela', resumen; la 'inestabilidad' afecta a los negocios, y los negocios son la clave de la salida de la crisis económica. Todos los empresarios tienen grabado a fuego el boicot al cava en que derivaron las tensiones por el Estatut en 2004; a fuego y en sus cuentas, pues el sector admite que aún no se han recuperado de aquello.

El mercado por excelencia de los productos catalanes sigue siendo el resto de España; los empresarios aseguran que están empezando a ver las orejas del lobo de la inestabilidad político-institucional, más afiladas que las de una crisis económica a secas: fundamentalmente, se paralizan las inversiones a la espera de conocer el desenlace de la consulta soberanista, si la hubiera, o de las tensiones en general. Y no se ve el desenlace si Generalitat y Gobierno persisten en sus respetivas posiciones inmovilistas.

En medio de esta preocupación, hace unos días que la vicepresidenta cogió el guante de este llamamiento de los empresarios que empieza a ser desesperado. Hay práctica unanimidad en el sector en que está siendo Soraya Sáenz de Santamaría quien mejor y con 'más perspectiva' entiende el problema frente al silencio y lejanía de Mariano Rajoy, 'mucho menos empático'. En Moncloa apelan a la normalidad de este papel de la vicepresidenta con el empresariado, aunque admiten que en los actos públicos -el martes, por ejemplo, estuvo en un acto del Instituto de Empresa Familiar en Jerez de la Frontera (Cádiz)-, hay un considerable intercambio de mensajes políticos y en todos ellos, Catalunya ocupa un lugar destacado. Sólo hay que repasar los discursos de una y los otros.

Con todo, las expresiones públicas del empresariado catalán sobre la fractura institucional o los pronunciamientos con luz y taquígrafos sobre independencia sí-independencia no se cuentan con los dedos de una mano. Mejor no opinar, pero cuando la política afecta a los negocios, hay que hacer algo. O más bien 'preocuparse' y manifestarlo, porque 'los empresarios tienen derecho a preocuparse cuando los políticos crean tensiones en lugar de buscar el diálogo', según alertó, por ejemplo, José Luis Bonet Ferrer, presidente de Freixenet. Lo hizo en The New York Times el pasado 18 de octubre y su declaración acompañaba a la de otros empresarios reconociendo su preocupación por una tensión territorial in crescendo y altamente perjudicial para sus intereses.

'Los empresarios tienen derecho a preocuparse cuando los políticos crean tensiones en lugar de buscar el diálogo'. José Luis Bonet, presidente de FreixenetEl punto de inflexión entre 'no hacer nada e intentar hacer algo', sin embargo y según coinciden en señalar las fuentes consultadas para esta información, fue el polémico acto de la patronal catalana Foment del Treball el pasado 17 de octubre, cuando Artur Mas canceló su asistencia porque el protocolo le impedía presidir el evento en lugar de quien iba de presidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, al encontrarse Rajoy en Panamá. Joaquim Gay de Montellà, presidente de Foment, dio la puntada: 'Si hemos llegado hasta aquí es porque alguna cosa va mal. Y hay que hablar. Sin miedo, buscando soluciones nuevas que hasta ahora no se han planteado'. Nada novedoso, aunque en medio de aquella considerable tensión sonó a mensaje definitivo. Gay de Montellà ya había reivindicado en el verano de 2012, en un acto patrocinado por el Banco Sabadell, un mejor trato fiscal para Catalunya... en un marco de legalidad.

El llamamiento estrella de los empresarios sale prácticamente de todos ellos. Del presidente de Abertis y asesor de la Generalitat a través del Consejo Asesor para la Reactivación Económica y el Crecimiento (Carec), Salvador Alemany ('No se puede acabar de ninguna otra manera que no sea con el diálogo'). Del presidente del Grupo Godó, Javier Godó, más reticente a hablar en público -muy partidario de los foros privados y las reuniones al más alto nivel, sean con el rey, el presidente del Gobierno o el de la Generalitat-, pero que marca posiciones nítidas a través de los editoriales de La Vanguardia ('Son muchos los catalanes, muchos más de los que pueda parecer, que insistirán y perseverarán en la vía de diálogo que en este momento parece levantar tantas reticencias. Señal inequívoca de que es la buena vía', concluía el contundente texto del 27 de octubre). O de Juan María Nin, director general de La Caixa ('Diálogo entre Catalunya y España', hasta tres veces repetido)

En veinte días, el Gobierno ha desembarcado en Catalunya al menos cinco vecesLa vicepresidenta ha cogido el guante. El presidente también, pero ella encabeza la gestión del día a día de la crisis. En veinte días, el Gobierno ha desembarcado en Catalunya al menos cinco veces, que se haya hecho público: el ministro de Justicia cenó el 11 de octubre con el influyente foro Puente Aéreo, con Alemany de anfitrión, aunque Alberto Ruiz-Gallardón erró con el mensaje, advirtió algún asistente, al pedir a los empresarios que frenaran el soberanismo de Artur Mas. Se equivocó porque nada más lejos del sector que el deseo de convertirse en herramienta del PP.

El 16 de octubre, Luis de Guindos participó ante medio millar de empresarios en el foro Gresol, celebrado en Salou (Tarragona). El ministro de Economía, siempre más ceñido a sus competencias, insistió en el mensaje 'lo que es bueno para la economía catalana es bueno para la española y lo que es bueno para la europea es bueno para la economía catalana y la española'. Al día siguiente, la vicepresidenta asistió al plantón de Mas en el citado acto de Foment del Treball y allí 'escuchó y vio cosas', según aseguraron fuentes de su departamento entonces, que, a tenor de los acontecimientos posteriores, dieron un giro a la estrategia del Gobierno y la Generalitat.

También Rajoy y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, acudieron a Barcelona a inaugurar el Foro 5+5 de diálogo mediterráneo, centrado en la economía. El presidente catalán se hizo la foto con ellos, pero no se quedó a escuchar al jefe del Ejecutivo central porque a él no se le permitía intervenir. Fue en un encuentro informal, en la boda del hijo de Lara (Planeta) en Barcelona donde se hizo el gesto definitivo con una conversación cordial y distendida de Sáenz de Santamaría y una oportuna filtración de la misma a toda la prensa. Podía haber sido Rajoy el protagonista, pero el presidente dejó a su número dos las cuestiones de cintura política y él se ausentó de la cena posterior a la misa, a la que sí fue pero en la que no coincidió con el president.

Hoy, hasta el ministro de Hacienda ha moderado el discurso. Cristóbal Montoro, en la sesión de control del Congreso de ayer, admitía a los diputados que la situación en Catalunya requiere de una 'atención con mayor tacto'. La estrategia está definida, la Generalitat también la acepta y ha pedido al Gobierno una contraoferta a su propuesta soberanista. Los empresarios, en general, apuestan por una reforma constitucional, el marco político e institucional ha cambiado. 'Ahí está la clave', subrayan.

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