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La enfermera que jugó a ser doble agente

Mathilde Carré se enroló en la Resistencia, pero colaboró con los nazis

JESÚS CENTENO

Su madre le dijo una vez: 'Preferiría saberte muerta antes que verte con esa gente'. Mathilde Carré, apodada La gata, pasó de formar parte de la red de espionaje de la Resistencia a confidente de los nazis. En una sola noche, cambió de bando y sirvió con el mismo entusiasmo a la causa alemana. Es el caso de espionaje más enigmático de toda la II Guerra Mundial. Fue condenada a muerte por traición en 1949, pero la pena jamás llegó a cumplirse.

Nació en 1910 como Mathilde Belard en Saône-et-Loire, y en 1933 se casó con un soldado, Maurice Carré, con quien se trasladó a Orán. Argelia era sucia, calurosa y gris, y París necesitaba enfermeras ante la inminente guerra. Abandonó al marido, y allí se fue. 'En París soy feliz, me siento como en el cielo y haré cuanto esté en mi mano para que el cielo no sea vencido por el infierno', escribió en su diario antes de la ocupación.

Tras trabajar en un hospital en Beauvais, donde se entregó a cuidar a mutilados de la guerra, Carré emigró a Toulouse, donde montó un campo de refugiados. Allí conoció a Roman Czerniawski, un oficial del Estado Mayor polaco que le confió su idea de montar una red de espionaje a la que llamó Interrallié. El coronel Marcel Achard fue el personaje más importante del grupo, que encomendó a La gata la misión de descubrir los inminentes proyectos alemanes.

Carré era infalible. Hizo un arte de su especialidad, obtener información de los nazis. Su método consistía en sentarse en alguno de los cafés frecuentados por los soldados, esperar a que iniciasen una conversación y engatusarlos en el hotel. Achard la envió a Burdeos para que ligase con un piloto de la Luftwaffe, que le confió que Hitler había renunciado a atravesar España para atacar Gibraltar.

Entre otras actividades, Interrallié ayudó a pasar clandestinamente a muchos pilotos de la RAF derribados durante la guerra a España y Suiza. Pero los alemanes, a través de una agente doble llamada Violette, descubrieron su trabajo clandestino. Mathilde fue arrestada y cayó en manos de Hugo Bleicher, un oficial de la Abwehr. Lo que sucedió aquella noche es un misterio: ahora sería ella la engatusada. El alemán intoxicó a Carré con amenazas y le arrancó los nombres y el paradero de los miembros de la red que ella misma había ayudado a formar.

La gata llevó durante dos meses una inquietante doble vida. Por el día, organizaba a la red de resistencia y, por las noches, relataba a los nazis los planes del grupo. Jugaba con dos barajas ante el temor de ser descubierta. La Resistencia planeaba restablecer contacto con Londres y Carré se ofreció a trabajar allí. Realizó su labor en el Ministerio de la Guerra durante nueve meses mientras enviaba informes puntualmente a Bleicher. A los ingleses les pasaba información falsa. En una ocasión, envió un texto que contenía datos erróneos sobre el paso franco de dos cruceros alemanes. Los ingleses ataron cabos, la descubrieron y la detuvieron, en julio de 19 42.

Encerrada hasta el fin de la guerra, los franceses la acusaron de traición. El fiscal no tuvo clemencia: 'Practicó la peor de las traiciones. Su alevosía y su perseverancia en el mal la describen como lo que es: un cerebro sin razón. Debéis considerar y juzgar a esta mujer reconociendo que contra tanta maldad solamente un castigo es posible: la muerte'. Ella siempre negó su traición. La pena fue conmutada por 20 años de cárcel, y la liberaron en 1954. Luego publicó sus memorias y desapareció de los titulares. Murió, olvidada, a finales de 1970.

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