Este artículo se publicó hace 15 años.
El escándalo de los diputados británicos acaba con el presidente de la Cámara de los Comunes
Por primera vez en más de 300 años, el presidente de la Cámara de los Comunes presentó hoy la dimisión, acorralado por el escándalo del abuso del gasto parlamentario que ha desprestigiado a la clase política del Reino Unido.
En una declaración de emergencia ante la Cámara Baja, el "Speaker" (como se conoce al presidente de los Comunes), Michael Martin, precisó que la dimisión será efectiva este 21 de junio.
Martin, máxima autoridad del Parlamento británico, conocido como la "Madre de todos los Parlamentos", se convirtió en la víctima de mayor rango en sucumbir al escándalo, que salpica a todos los partidos y ha enfurecido sobremanera a los ciudadanos.
"Desde que entré en esta cámara hace treinta años, siempre he creído que la cámara alcanza su punto más alto cuando está unida", afirmó Martin, del gobernante Partido Laborista, en un mensaje que duró menos de un minuto.
"Con el fin de mantener la unidad (de la Cámara), he decidido renunciar al puesto de 'Speaker' el domingo 21 de junio", zanjó el presidente, sin aceptar preguntas sobre su decisión en una abarrotada Cámara de los Comunes.
"Es todo lo que tengo que decir sobre este asunto", indicó el dimisionario, que adelantó que el nuevo "Speaker" será elegido el 22 de junio, antes de gritar -como es tradicional- "¡orden, orden!" para moderar el orden del día.
La jornada en el Parlamento de Westminster resultó histórica y tuvo ecos de revolución, pues ningún presidente de los Comunes había abandonado el cargo a la fuerza desde 1695, cuando John Trevor se vio obligado a renunciar por aceptar un soborno de mil guineas.
Ex trabajador del metal y antiguo sindicalista, Martin, de 63 años, también anunció que el 21 de junio dimitirá como diputado de su circunscripción de Glasgow (Escocia), lo que desencadenará una elección parcial en un feudo tradicionalmente laborista.
Como dijo hoy el responsable de la sección de política de la cadena pública BBC, Nick Robinson, "la autoridad de Michael Martin finalmente murió ayer", cuando se disculpó en la Cámara por su cuestionada gestión del escándalo de los diputados, aunque una serie de parlamentarios le desafió abiertamente a que dejara el puesto.
Para más inri, un total de veintitrés diputados firmaron una moción de censura contra su persona, órdago que representa toda una humillación para el "Speaker", una figura siempre consensuada entre los principales partidos y, hasta ahora, casi intocable.
Los detractores de Martin le acusan de contribuir a la crisis con su falta de liderazgo por oponerse a una mayor transparencia del polémico sistema de dietas, mientras sus defensores le consideran un chivo expiatorio cuando son muchos los culpables.
El primer ministro británico, Gordon Brown, que había apoyado al "Speaker" hace poco, se ha limitado en los últimos días a declarar que su futuro era asunto del Parlamento y no del Gobierno.
En una rueda de prensa, Brown subrayó hoy que la Cámara de los Comunes no puede seguir operando como un "club de caballeros" y abogó por una reforma del sistema de gastos que pase "de la autorregulación a la regulación independiente externa".
Además, el "premier" británico, cuyo partido anda por los suelos en las encuestas, aseguró que los diputados laboristas que hayan infringido las normas no podrán presentarse a las elecciones generales, previstas para junio de 2010 como muy tarde.
Por su parte, el líder de la oposición conservadora, David Cameron, evitó pedir expresamente la dimisión de Martin, pero no dudó en reclamar un adelanto de elecciones generales para "limpiar" el Parlamento.
El único líder en exigir su dimisión fue el liberal-demócrata Nick Clegg, que hizo trizas una convención de Westminster que dicta que los jefes de los partidos no critican al "Speaker".
Los derroches de "sus señorías" fueron destapados el 8 de mayo por el diario conservador "The Daily Telegraph", que desde entonces publica diariamente revelaciones sobre gastos indebidos de diputados a cargo del erario.
En medio de la tormenta que azotó a la "Madre de todos los Parlamentos", Scotland Yard informó de que no investigará quién filtró al periódico la explosiva información, al argumentar que "la defensa del interés público probablemente constituiría un importante obstáculo" para poner en marcha un proceso criminal.
Scotland Yard añadió que agentes de su brigada de delitos económicos han analizado con abogados de la Fiscalía del Estado las alegaciones del "Daily Telegraph" acerca del despilfarro de los diputados, a fin de aclarar si existen indicios de ilegalidad.
A la espera de esa aclaración, el seísmo que ha hecho temblar Westminster podría sorprender todavía con una nueva sacudida.
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