Este artículo se publicó hace 15 años.
Eslovaquia sale de la corona con nostalgia y entra en el euro con optimismo
Eslovaquia se convirtió hoy en el décimo sexto país de la Unión Europea que adopta el euro como su moneda de cambio, en medio de cierta nostalgia que supone el abandono de la corona, símbolo de la identidad de esta joven república nacida en 1993, y que ahora afronta con optimismo esta nueva etapa.
"Con la corona eslovaca se marcha una parte de la identidad eslovaca", señaló hoy en Bratislava el primer ministro eslovaco, el socialdemócrata Robert Fico.
El jefe del Gobierno, que a primeras horas de la madrugada obtuvo los primeros billetes de euro de un cajero automático de la capital, valoró sobre todo "el efecto positivo del euro en la economía local durante la actual crisis económica".
Y es que el euro es percibido como el mejor antídoto y el necesario "anclaje estable" para afrontar la delicada coyuntura internacional, máxime al tratarse de una economía pequeña y muy abierta, en franca dependencia de sus socios comunitarios.
Es por ello por lo que las lógicas nostalgias han dado paso a la euforia de algunos altos representantes de la nación, como el gobernador del banco central, Ivan Sramko.
Éste calificó el día hoy como un "paso histórico" y "grandísimo éxito", con el que se culmina "una seria de hitos de integración desarrollados a lo largo de estas dos últimas décadas" tras las que Eslovaquia pasa a engrosar el número de usuarios de la "fuerte divisa común".
Décadas en las que Eslovaquia se ha sacudido viejos complejos de país atrasado y en las antípodas de Europa, sobre todo tras su renqueantes primeros pasos al inicio de la transición democrática, en los que estuvo al mando el controvertido político nacionalista Vladimir Meciar.
Las reformas operadas en materia fiscal, de pensiones y laboral desde el inicio de esta década han contribuido a elevadas cotas de crecimiento económico y una bajada notable del desempleo.
También ha elevado la credibilidad de un país, destino de un importante volumen de inversión extranjera, sobre todo hacia su sector de automoción.
Eslovaquia se ha convertido así en un potencia automovilística, mientras que sus principales empresas -Volkswagen, Kia Motors y Peugeot Citroen- parecen hacer oídos sordos a la crisis económica y aumentan sus inversiones y efectivos en el país.
La entrada en la zona del euro pretende ser un espaldarazo a este proceso de ulterior modernización, por lo que también fue considerado por Sramko como una "ocasión impresionante".
Desde Bruselas, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, felicitó a los eslovacos por adherirse a la zona euro.
En un comunicado, Durao Barroso destacó que "el euro no es sólo dinero. En este histórico Día de Año Nuevo, Eslovaquia es un potente símbolo de la integración europea, y del progreso económico y político".
Por su parte, el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, habló hoy de una "momento emocionante" para la zona euro y la UE en general.
"El euro se han convertido en un símbolo de identidad comunitaria y ha demostrado ser un factor sólido estabilizador en los mercados de divisas tanto dentro como fuera de la zona euro", agregó.
Desde que el pasado verano se fijara la paridad central de 30,1260 coronas por euro, la moneda eslovaca se ha mostrado estable, a diferencia de las divisas de su entorno, muy golpeadas por la crisis financiera, como el caso de Hungría y Ucrania.
Los eslovacos podrá utilizar hasta el próximo día 16 la corona y el euro indistintamente como herramienta de pago, si bien recibirán a cambio sólo euros.
Con la entrada de Eslovaquia en la zona euro, un total de 328 millones personas pasan a pagar en esa moneda en sus países, a lo que hay que sumar varios Estados extra-comunitarios como Montenegro, Mónaco, el Vaticano y Kosovo.
Gustavo Monge
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