Este artículo se publicó hace 14 años.
España recupera a Maruja Mallo, una vanguardista clave del siglo XX
Pieza clave en la vanguardia, gallega universal, mujer adelantada a su tiempo, feminista, transgresora, inconformista e independiente y sobre todo artista, son algunos de las rasgos que definen a Maruja Mallo a la que, sin embargo, hasta ahora no se le había dedicado una gran exposición retrospectiva.
Organizada por CaixaGalicia y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, la exposición ha sido inaugurada por la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y el consejero de Cultura de Galicia, Roberto Varela, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando donde llega, tras su exhibición en Vigo, con una gran novedad ya que por primera vez se expone la obra "Antro de fósiles", fechada en 1930.
Esta obra, que se encontraba en paradero desconocido desde que se expuso en París en 1932, se subastó a finales del pasado mes de diciembre y fue adquirida por el galerista Guillermo de Osma, quien la ha cedido para que se exhibición por primera vez en España.
"Se trata de un cuadro espectacular y uno de los más importantes de su carrera", ha señalado a Efe Fernando Huici, comisario de la muestra junto con Juan Pérez de Ayala, quien también ha destacado que por primera vez se han reunido en esta exhaustiva exposición todas las obras pertenecientes a la serie sobre los trabajadores del campo y del mar.
Ana María Gómez González, nombre real de Maruja Mallo, nació en Viveiro en 1902 y murió en Madrid en 1995. Amiga de Salvador Dalí, con el que jugaba en el patio de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y que la describía como "mitad ángel, mitad marisco", estuvo muy relacionada con el surrealismo y la Generación del 27 especialmente con Buñuel y García Lorca y mantuvo una relación personal con Alberti, Miguel Hernández y Pablo Neruda.
Las 131 piezas exhibidas, entre óleos, dibujos, fotografías y documentación de la época, permiten reconstruir cronológicamente la trayectoria de una de las artistas más importantes del panorama artístico español del siglo XX.
Desde el primero de sus óleos, "La isleña", fechado en 1927, hasta "Photoesquema", de 1982, el recorrido va mostrando las diferentes etapas que marcan su trabajo, con unos primeros pasos llenos de color en obras sobre el deporte, la fiesta popular o las verbenas.
Después de una "etapa negra" en París, a la que pertenecen piezas como "El espantapeces" o "Antro de fósiles", regresa a España donde su encuentro con Torres García marca un vuelco radical en la orientación de su trabajo.
"Su arte se basa entonces en la razón, en la construcción", recordó Huici, quien señaló que el pensamiento de Torres García moldeó el ideario estético en torno al cual se articularía toda la evolución pictórica de Maruja Mallo.
A esta época pertenecen las "Construcciones rurales" y las "Arquitecturas minerales y vegetales" y en especial sus grandes obras realistas dedicadas a "La religión del trabajo", que se inicia con "Sorpresa del trigo" y culmina con "El canto de las espigas" pintado en Buenos Aires, donde se exilió al estallar la Guerra Civil.
En la fase de plenitud de su etapa americana "canta la igualdad de las razas y lo que ella llama las naturalezas vivas. Son obras que responden a su fascinación por las formas vegetales y el mundo marino". Fruto de esta época son "Retratos bidimensionales", donde proclama la fecunda paridad de las razas, y "Naturalezas vivas", que define como antítesis de las naturalezas muertas. A estas obras se unen sus retratos de mujeres y los cuadros de máscaras.
La última etapa de su trayectoria se gesta en América y se desarrolla a la vuelta del exilio. "Existe un cambio simbólico a la conquista del espacio. En su obra siempre hay un componente de orden positivo y optimista sobre el futuro del hombre", en opinión del comisario. Obras como "Moradores del vacío" o "Viajeros del éter", cercanas a lo abstracto, son ejemplos de ello.
Cuando vuelve a Madrid, era el momento de la abstracción y del Grupo El Paso, "y durante unos quince años no le hicieron caso. No es hasta mediados de los setenta cuando empieza a haber interés por los artistas de la República. Se recupera su importancia y Maruja Mallo se convierte en una especie de mito, a pesar de lo cual, y por razones que no tienen explicación, nunca se le había organizado una retrospectiva".
Mila Trenas
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