Este artículo se publicó hace 13 años.
El español Quirós se suma al recital de McIlroy
El Masters comenzó con dominio de Europa y acento español, dos hechos alentadores por cuanto constata que España tiene diamantes y que el golf mundial se mueve ya con otro son, como el que marcaron hoy el joven norirlandés Rory McIlroy, de 21 años, y Álvaro Quirós, ambos empatados en cabeza de este primer 'Grande' del año.
McIlroy selló por la mañana 65 golpes (-7), una machada para este joven aunque nada pipiolo golfista, que es el noveno del mundo. La comidilla matinal, que fueron esos siete abajo sin 'bogeys' del pecoso norirlandés, se detuvo y cambió de protagonista cuando Quirós comenzó a pegar duro y a acariciar el 'putt' a la caída del sol en los duros y ondulados 'greens' de Augusta.
El despegue inicial de McIlroy y Quirós fue sorprendente. Pese al encomiable esfuerzo de los coreanos Yang y Choi -en el tercer peldaño a dos golpes- los dos jugadores con más futuro en Europa marcan ya el camino hacia la Chaqueta Verde.
En Augusta se barruntaba un cambio de ciclo, por el auge del golf europeo en el último año. La presunción se hizo hoy una realidad, quizá con protagonistas inesperados, aunque torneo queda para alimentar decenas de conjeturas.
Desde el último triunfo de José María Olazábal en 1999 ningún otro europeo logró enfundarse la Chaqueta Verde. Sin embargo, este año el césped impoluto de Augusta huele a Viejo Continente.
McIlroy, un muchacho casi imberbe, pecoso, recién salido de la adolescencia, se ha hecho el jefe entre los mayores. Su varita mágica fabricó una ronda sin 'bogeys' y siete 'birdies', mientras que Quirós, en el ocaso del día, por fin detonó su carga en Augusta, un campo en el que naufragó en 2009 y 2010.
Es curioso que hayan abierto las hostilidades dos de los jóvenes talentos en Europa que rechazan, por distintas razones, disputar de pleno de derecho el circuito estadounidense, la tierra prometida para cualquier golfista.
McIlroy y Quirós reniegan del tipo de vida que les espera en los Estados Unidos, pero el mejor golf moderno, el de última generación, el que marcará una nueva era, sin duda sale de sus manos tras la ralentización del fenómeno Tiger Woods.
Los 'vueltones' de estos dos genios en ciernes golpea duramente el Masters, cuyos organizadores se temen un éxito rotundo de los europeos o, por qué no, de los asiáticos.
Sólo Matt Kuchar y Ricky Barnes salvaron el pabellón del país que mejor torneos organiza y más golfistas reúne. Ambos sellaron 68 golpes y comparten la quinta plaza.
Sergio García, en un excelente arranque, es séptimo con 69 golpes, mientras que ninguno de los favoritos asoma, de momento, por los puestos altos de la tabla.
Phil Mickelson (-2) y Tiger (-1) cumplieron, el inglés Lee Westwood firmó el par del campo y el alemán Martin Kaymer, de 26 años, hizo un preocupante 78 -su peor ronda en Augusta-, un pésimo estreno para el vigente número uno mundial y que podría llevarle a su cuarto corte consecutivo fallado en este torneo.
Para remover aún más lo mejor que sucedió hoy bajo el sol de Augusta, Rory McIlroy admitió tras su vuelta: "Creo que pude hacer menos". Sin embargo, se refrescó la memoria con lo que le aconteció hace ahora nueve meses en el Open Británico jugado en St. Andrews.
McIlroy comenzó con 63 golpes, para asumir con claridad la cabeza del torneo. Sólo una noche después, se anotó con el mismo lápiz un 80, es decir, 17 golpes más que en su lección magistral del primer día.
"Aquello fue una gran lección como golfista", revelaba hoy el joven McIlroy, quien se ha encerrado los últimos diez días en West Palm Beach (Florida) con su entrenador, Michael Bannon, para preparar esta cita.
El colombiano Camilo Villegas terminó con una buena cartulina de 70 golpes (-2); Miguel Ángel Jiménez acabó con 71 golpes y José María Olazábal cumplió sobradamente con 73.
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