Este artículo se publicó hace 15 años.
Esperanza Aguirre tira la toalla de Ignacio González
La arremetida de Cobo contra la presidenta de la Comunidad de Madrid excede con creces la batalla por Caja Madrid
El pasado viernes día 23 de octubre por la noche, Esperanza Aguirre admitía a gente de su entorno que la batalla por situar a Ignacio González, su número dos en la Comunidad de Madrid, en la presidencia de Caja Madrid ya estaba perdida, que no sería posible situar a su número dos, tras una paciente operación labrada a lo largo de año y medio, con la tormenta política que se había montado. Fuentes próximas a la presidenta dijeron que para ella el tema de Nacho González en Caja Madrid había pasado a mejor vida. Y, sin embargo, a su vez, la ofensiva del entorno más veterano de Mariano Rajoy apretó a esas mismas horas el acelerador. Javier Arenas, el sábado 24, defendió por todo lo alto la candidatura de Rodrigo Rato, pero todas las intervenciones posteriores (Cristóbal Montoro, Manuel Fraga, Soraya Sáez de Santamaría) han puesto el acento en la necesidad de elegir al mejor, al que tenga la experiencia y la práctica profesional en asuntos financieros.
Nacho González pasó el pasado fin de semana por la máquina de picar carne en que se ha convertido la política dentro del PP. Pero la guinda llegaría el lunes, con la blitzkriegpilla (bombardeo relámpago), siguiendo a la gestapillo (la policía política de mister Bean) que Manolo Cobo, el número dos de Alberto Ruiz-Gallardón, le atribuye al equipo de gamones (del ex director del área de seguridad del área de presidencia de la consejería madrileña de la Comunidad de Madrid ) de Esperanza Aguirre.
A partir de sus declaraciones a El País, que afloran una tensión acumulada a lo largo de años entre los equipos de Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, queda claro que el PP se ha convertido en Poisonville (Ciudad Venenosa), aquella ciudad imaginaria del novelista norteamericano Dashiell Hammett en Cosecha Roja, un partido donde los ajustes de cuenta entre bandas rivales están a la orden del día, un día en Valencia y al otro también en Madrid.
La arremetida de Cobo contra Esperanza Aguirre excede con creces la batalla por Caja Madrid. Es la factura guardada durante largo tiempo en un cajón. Y que se pasa en nombre de dos personalidades: Mariano Rajoy y... nada menos que Rodrigo Rato. Alberto Ruiz-Gallardón y Manolo Cobo han utilizado el escudo de Rajoy y de Rato para acabar (neutralizarla) con Esperanza Aguirre, quien sólo ha atinado, en su candidez, calculada o no, lo mismo da, a decir que se trata de una batalla "idiota". ¿Cómo le van a imputar a ella, precisamente a ella, querer negarle la presidencia de Caja Madrid a Rodrigo Rato? ¿A quién se le ocurre?
Esta historia no se puede entender sin conocer el idioma de Mariano Rajoy. Que no es el gallego, no. Es el español, pero no en roman paladino. No. Es el lenguaje de la solemnización de la respuesta indefinida. Esperanza Aguirre puso en marcha hace año y media la operación de demolición de Miguel Blesa, colocado en Caja Madrid, por José María Aznar. Nadie quiso ver la operación. Pero no era invisible. Nacho González encargó un dictamen jurídico para demostrar que Blesa no podría extender seis años más su mandato de doce a partir de septiembre de 2009, cuando vencía su doblete. Lo filtró a mediados de 2008 a un medio de comunicación. A todo esto, ni Blesa ni nadie ha visto nunca el famoso dictamen.
Blesa se negó primero a aceptar la entrega del poder maniobrado con partidos políticos y sindicatos en Caja Madrid. Y esto exacerbó la animosidad de Esperanza Aguirre y de Nacho González. ¡Doce años le parecía poca cosa a Blesa!¡Qué cara!
Es verdad que Rajoy tenía a mediados de 2008 que salvar su liderazgo, que, entre otros, Esperanza Aguirre y Nacho González se permitieron desafiar. Nacho González fue echado de la comisión ejecutiva del PP. Su primera derrota. El prólogo a la derrota (todavía no oficial) de su asalto a Caja Madrid en las últimas horas.
En la primera semana de octubre, después de viajar a Copenhague, Rajoy comentó con varias personas de primera línea del partido que el tema de Caja Madrid ya lo tenía resuelto y anticipó que ya les daría más datos en las próximas semanas. Rajoy había decidido, después de dar muchas vueltas, utilizar una solicitud de Rato para ser el presidente de Caja Madrid para descabalgar el plan de Esperanza Aguirre de situar allí a Nacho González. Se lo dijo en Copenhague de una manera bastante vaga a Esperanza, tal es así que ella no interpretó que el deseo vehemente de Rajoy era nombrar a Rato. O no quiso creerlo.
Pero las instrucciones de Rajoy son siempre parecidas. El acta de la reunión de la comisión ejecutiva del PP valenciano así lo atestigua. No dice nada de la destitución de Ricardo Costa como secretario general del PP regional ni de su posición de portavoz parlamentario. ¡Es que no lo dice porque no se votó! ¡Fue un invento! María Dolores de Cospedal, abogada del Estado, explicó ayer que eso pasa por ser un acta que no es firme (lenguaje que sí es aplicable al auto del Tribunal Superior de Justicia de Valencia sobre Francisco Camps que está recurrido ante el Tribunal Supremo). Entonces ahora el PP nacional le explicará a los inexpertos valencianos que se debe poner en ese acta que será, pues, la definitiva, la que adquirirá "firmeza". Pero, ¿cómo se le va a pasar a los redactores del acta lo que equivale a un elefante, es decir nada menos que se ha separado al secretario general y portavoz parlamentario?
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