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"Espero que no vuelva a irse"

Las familias de los marineros del ‘Playa de Bakio' esperan aliviados su regreso a España

PANCHO TRISTÁN

Ahora a Rosa le ofrecen dinero por aparecer en televisión. 'Ni de bromas', dice. Ahora Rosa ya bromea. Pero la semana que pasaron ella y su familia, las mismas horas de la incertidumbre que pasaron las familias de todos los tripulantes del ‘Playa de Bakio', esas no se las desea a nadie.

El padre de Rosa, Amadeo Álvarez, 55 años, 35 primaveras navegando a los lomos de un barco, patrón de pesca del ‘Playa de Bakio', llegará a casa esta semana. 'Ojalá que sea cuanto antes'. Rosa estaba ayer tan contenta como cansada. Lo mismo que María, María Marín, la esposa de Jesús Suso Pillado, otro de los tripulantes de la embarcación: 'Estos días fueron horribles'.

A María la esperaban al mediodía para comer unos amigos de Cangas, el pueblo en el que viven ella y su marido. Justo cuando iba a salir sonó el teléfono. Y era Suso. Por fin pudo hablar con él: 'La última llamada había sido hace 15 días'. Una semana después de aquella conversación, un atajo de piratas tan modernos que tienen abogados en el Reino Unido, secuestraron las vidas de Suso y todos sus compañeros. Los siete días siguientes, a María Marín el corazón se le metió en el puño. 'Los amigos me llamaban constantemente por teléfono, fueron días muy duros', explica. Sobre el retrato que Rosa hace de las horas del secuestro sobrevuela la palabra angustia: 'Desde el principio nos decían que tan sólo querían dinero, pero el miedo siempre lo tienes'.

El miedo duró siete días. El sábado por la tarde, la mujer de Amadeo Álvarez se sintió mal. 'Estábamos en el médico cuando llamaron a casa del Ministerio para decirnos que habían liberado el barco', cuenta Rosa. 'No nos lo esperábamos. Al mediodía nos habían llamado, nos habían dicho que todo iba bien, pero no nos comentaron nada de que ya fuesen a liberarlos'. Así fue como comenzó el final de los peores días. Y María tiene muy claro qué es lo que va a hacer en cuanto vea a Suso: 'Darle un abrazo'.

La costumbre de la distancia

A Rosa le gustaría que su padre dejase el mar. Tiene 55 años y ya puede jubilarse. Desde que es patrón de pesca, tiene un régimen de trabajo más cómodo: pasa cuatro meses en el mar y cuatro en casa. Suso Pillado, tripulante, no tiene tanta suerte: sus descansos no duran más que un par de meses.

'Cada vez que mi padre se va, lo pasamos mal', explica la hija de Amadeo Álvarez. 'Sobre todo mi madre, claro, tiene que arreglar todo ella sola. Y estos días... ella lo pasó muy mal. No sé qué hará él ahora. Siempre dice que va a quedarse pero en cuanto lleva aquí más de un mes y medio comienza a hablar de irse. Espero que no vuelva a irse'.

Rosa cuenta que el problema del secuestro fue el más grave al que su padre se enfrentó en alta mar. Pero que no fue el primero. El océano no es un medio confiable. Pero es el medio de los hombres del mar. 'Si mi padre se queda ahora en casa, seguro que al principio se encontrará raro'. Son demasiados años viviendo entre las olas. Como tantos otros. Según datos del Gobierno, cerca de 600 barcos pesqueros españoles faenan en aguas del mundo entero. 'Espero que mi padre no vuelva a irse', insiste Rosa.

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