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Europa central: Últimos días sobre el paraíso

'Correspondencia'. Si vibraste con 'El mundo de ayer' de Zweig o celebras la prosa centroeuropea de siglo XX

POR A. J. RODRÍGUEZ

Lobbies literarios: en el imaginario popular, el equivalente a relaciones utilitaristas, intereses cruzados y obtención de poder. Desde una perspectiva contemporánea, el hecho de que Hermann Hesse y Stefan Zweig intercambiaran continuos elogios no sólo mediante su correspondencia, sino también a través de mutuas reseñas positivas publicadas en prensa, significaría Fraude. En mayúsculas. Nada más lejos de la realidad, las misivas que ambostótems se escribieron entre 1903 y 1938, derruyéndose progresivamente los dos junto a la Vieja Europa en la cual habían depositado sus esperanzas de progreso, representa la réplica a quienes creen en la degradación moderna tanto de la Literatura como de la especie. Parafraseando a Maupaussant sobre Flaubert, el texto que edita Acantilado contiene multitud de enseñanzas, 'a pesar de sus autores, o por la fuerza misma de los hechos que narran.'

Hay escritores que aportan conceptos más sugestivos en epístolas o entrevistas que en sus propias obras. Desde luego, no es el caso de Hesse y Zweig, si bien sus peripecias alimentan el mito de la escritura como forma de vida, ejercicio de workalcoholismo como el que más, y oposición frontal a la vida pública. Así, el ermitaño Hesse asume que su 'corazón jamás ha pertenecido a las personas, sino únicamente a la naturaleza y a los libros', recuerda constantemente su soledad abisal y enfermedades, y planta cara a una situación doméstica difícil, con una esposa afectada por crisis nerviosas y unos hijos que abandonan el lecho paterno. Mientras, Zweig bromea sobre la imagen atribuida a los ambientes intelectuales de Europa Central ('se imaginan la literatura austriaca como una enorme mesa de café alrededor de la cual permanecemos sentados'), admite su asco a la política de los tiempos (año 1918) y trabaja 'para olvidar'. Todo ello narrado con un estilo que rebosa refinamiento, modales cristalinos impensables en la actualidad.

Con el paso de los años la infelicidad fue arreciando en el temperamento de ambos escritores, abocados a la experiencia de dos guerras mundiales. Entre los jalones epistolares resulta particularmente conmovedora la filiación frente al desencanto de la escritura, 'el problema del autor al que su oficio se le ha vuelto dudoso y casi hasta imposible, porque ha perdido el sentido y el suelo bajo sus pies', comparte Hesse. ¿Y qué decir del auge del nazismo en 1933? Izquierda y derecha corrían a la busca de figuras intelectuales con las que legitimar su discurso dinámica de la que ambos huyeron, a lo que cabe añadir la psicosis entre el propio gremio, más preocupado por la política radical que por la higiene del medio. No es extraño que ante este panorama Stephan Zweig y su mujer pusieran fin a su vida en 1942 con una sobredosis de Veronal.

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