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Los exiliados españoles tienen distintos recuerdos de su acogida en Suiza setenta años después

EFE

Suiza fue uno de los países que acogieron a los exiliados españoles de la Guerra Civil, y también recibió durante un tiempo parte del patrimonio artístico del Museo del Prado, pero aquellos niños que llegaron tras la contienda tienen recuerdos muy diferentes.

"Suiza puso todos los impedimentos habidos y por haber para evitar que viniéramos", asegura Mariana Aguilar, española que llegó a Ginebra con un grupo de 50 niños en 1939.

Distinta opinión tiene el profesor José Tarradellas Macià, hijo del que fuera presidente de la Generalitat de Cataluña, quien no duda en afirmar que en su exilio de Lausana -que también acogía a la familia real española- "llevábamos una vida de privilegiados".

Aguilar y Tarradellas, junto con otros españoles llegados a Suiza, como el médico Julián de Zulueta, hijo de Luis Zulueta, quien fuera ministro con Azaña, participaron hoy en una serie de actos organizados en Ginebra por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales con motivo de los 70 años del comienzo del exilio español.

"Gracias a las presiones de la Asociación de Ayuda Suiza a los republicanos españoles y otras organizaciones, pudimos quedarnos, acogidos por familias", cuenta Aguilar, presidenta del Centro "Rosa Otoñal" de Ginebra.

"Vinimos siete de mi familia: mi hermana y yo y 5 primos, todos de entre 4 y 9 años. Pero en el 39, los suizos no nos acogieron bien. Hay que recordar que Suiza fue uno de los primeros países en reconocer al Estado franquista".

Tarradellas, profesor honorario de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, por su parte, cree que cuando su familia llegó a Suiza en 1942, procedente de Francia - a él lo trajeron en el 43 con varios meses de edad-, las circunstancias eran más propicias.

"La ocupación alemana de Francia, que ponía en peligro la vida de los exiliados españoles, sobre todo los relacionadas con la República, la entrada en la guerra de la URSS y la mayor posibilidad de derrota de Hitler, y la presión del "lobby" de banqueros catalanes exiliados en Suiza facilitó que nos aceptaran", afirma.

Tarradellas, que pasó con su familia una primera etapa en Suiza hasta el año 46, narra la curiosa situación que se daba en Lausana.

"Había dos grupos de exiliados. Por un lado, la Familia Real, que ocupaba el oeste y el norte de la ciudad, y por otro los republicanos catalanes y vascos, que vivían en el este y el sur. Teníamos un punto de encuentro, que era la conocida plaza Francois. Allí los dos grupos se veían, tomaban el té o paseaban".

"Y yo no diría que Juan de Borbón tuviera simpatía por los republicanos, pero la gran antipatía que sentía hacia el franquismo hacía que nos viera con agrado", asegura.

En realidad, continúa, "llevábamos una vida de privilegiados, quizás debido al papel político de mi padre, pero estábamos controlados. Nos vigilaba un comandante militar y también un civil".

El desembarco de Normandía, en 1944, hizo crecer las esperanzas de que con la caída de Hitler también cayera Franco, y Tarradellas recuerda que entonces el general Eisenhower "mandó un avión a Suiza para hablar con mi padre sobre el futuro", pero las esperanzas de desvanecieron y la familia regresó a Francia.

Pero Suiza, y más concretamente el Palacio de Naciones, que entonces era sede de la Sociedad de Naciones, en Ginebra, fue también el destino de otro exilio español: el de una parte importante de las obras de arte del Museo del Prado, Goya, Velázquez, libros incunables, tapices y otros cientos de objetos, maravillas artísticas que se pusieron a salvo de la destrucción.

En febrero de 1939, un total de 71 camiones llegaron a Ginebra con la carga de arte, un traslado no exento de azarosas situaciones.

También en Ginebra, recién terminada la Guerra Civil española, se presentó una exposición antológica en el Museo de Arte e Historia de Ginebra con parte del patrimonio artístico salvado.

Con ocasión de este 70 aniversario del comienzo del exilio español, el Palacio de Naciones acogió hoy también la conferencia "El Museo del Prado en el exilio: la exposición de Ginebra de 1939", a cargo de Arturo Colorado, de la Universidad Complutense de Madrid, y el documental "Salvemos el Prado", proyectado en la Sala XX, decorada con la cúpula de Miquel Barceló donada por España.

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