Este artículo se publicó hace 16 años.
«Falta poder de infraestructuras»
Jorge Fernández Guerra es el director del Centro para la Difusión de la Música Contemporánea, que en 2008 cumple 25 años.
¿No son centros como el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea una evidencia de que la nueva música está lejos del público?
Ese es un debate propio del siglo XX, no del siglo XXI. A principios del XX hubo una ruptura antiburguesa, se luchó contra las inercias, prejuicios y fetiches del público. Y el público se enfadó. De alguna manera, eso sigue allí. Hoy hay que decirle que es necesario, que no se le expulsa de la sala, ni se va contra él. El verdadero problema es que en las sociedades evolucionadas, absolutamente nada se sostiene sin apoyo.
Entonces estos centros surgen para apoyar a la música nueva...
Sí, porque forma parte de las señas de identidad de nuestra cultura. Como es una música de especulación, casa muy mal con cualquier industria cuya lógica sea el beneficio inmediato. Sólo le queda o ser apoyada como un servicio público o semipúblico, o desaparecer. Y eso sería como eliminar una especie de animales o un glaciar: una auténtica barbaridad.
Además de la temporada en Madrid y el Festival en Alicante, ¿qué más hace el CDMC?
Colaboramos con otras instituciones, como el Instituto Cervantes y de la Juventud, y con actividades internacionales. Pero hay muchos compositores jóvenes que no reciben el apoyo que merecen. Si hay quienes dedican su vida a esto, hay razones para que la Administración se tome en serio respaldarlos.
¿Cómo los apoya el CDMC?
Haciendo que su música se escuche en las mejores condiciones. La temporada madrileña prueba que éste no es un sector insignificante que no le interesa a nadie. En cuanto haces las cosas bien –ofreces calidad, continuidad y un espacio adecuado–, llega al público. El ciudadano necesita que la Administración le envíe el mensaje correcto: que cree en esa actividad. Esto sí ha calado en el arte: la creación de museos es espectacular y da frutos. Si hiciéramos lo mismo con la música nueva, el público atendería.
Pero aún no se hace...
Se va haciendo, pero nos hemos quedado atrás respecto a otros avances. En España, en los últimos 25 años, por ejemplo, hemos pasado de un puñadito de auditorios a tener decenas. En la creación contemporánea este cambio está llegando tarde, ahora. El actual director de Música y Teatro del Ministerio de Cultura está desarrollando una ley de apoyo a intérpretes, compositores y sellos discográficos. El camino ha empezado a andarse, pero no hay que ceder. Somos un país obligado a defenderse por sí mismo.
¿Qué problemas han encontrado en este arranque?
Ciertas aplicaciones legislativas pesadas y la burocracia. También faltan infraestructuras poderosas. Esto sería un avance, como ocurrió con la creación de la Citè de la Musique en Francia. Lugares así te permiten dialogar con la imagen, el cine y la danza, y el enganche con el público es fenomenal.
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